Momentos y miradas sobre la conquista revista digital | Page 28

El comienzo de la dominación sobre el Tawantinsuyu Leímos una Crónica de Felipe Guamán Poma de Ayala, un indígena perteneciente a una familia que reivindicaba un linaje privilegiado que lo conectaba con la antigua elite incaica y que se emparentó mucho con los españoles conquistadores. Marcharon don Francisco de Pizarro y don Diego de Almagro a la ciudad de Cajamarca contra Atagualpa Inca con ciento sesenta soldados contra cien mil indios. Viene también Felipe Guancabilca, indio lengua (traductor) que trajo para la conquista. Entraron en Cajamarca y no estaba en la ciudad dicho Inca Atahualpa. Estaba en los baños termales y desde ahí envió un embajador diciendo que se volviesen los cristianos españoles a su tierra. Francisco Pizarro y Diego de Almagro respondieron que no van a volverse. Dos españoles de Pizarro fueron a buscar al inca a los baños termales arriba de dos caballos muy furiosos, iban armados, galopando muy fuertemente y hacían mucho ruido de cascabeles. Todo eso espantó más al Inca y a los indios que estaban con él en los baños termales. Atagualpa Inca, los señores principales y los demás indios se espantaron porque creyeron que los españoles comían plata y oro. De las herraduras de los caballos decían que eran ojotas de plata. Y se sorprendían de las armas de hierro y de que todos tuvieran la cara cubierta de lana y que de día y de noche hablaban cada uno con sus papeles. También les sorprendía que estaban vestidos todo de plata fina. El Inca comenzó a viajar en andas con su litera pero se cayó al suelo y entonces algunos indios se espantaron tanto que empezaron a correr y a huir. Llegó así Atagualpa inca al encuentro con Francisco Pizarro y Vicente Valverde en la ciudad de Cajamarca rodeado por sus capitanes y cien mil indios. Se sentó en su trono en la plaza pública. Luego comenzó Pizarro a decirle que era mensajero y enviado de un gran señor que fuese su amigo que solo a eso venía. Respondió el Inca que será verdad pero que también él era un gran señor y que no tenía que hacer amistad. Ahí Fray Vicente Valverde se acercó con una cruz en la mano derecha y un Brevario en la mano izquierda y le dijo que él también es mensajero de otro señor muy grande que es amigo de Dios y que el inca no debía adorar más que a este Dios que todo lo demás es cosa de burla. El Inca le respondió que no tiene que adorar más que al Sol que nunca muere y a sus guacas y a sus dioses. Fray Vicente le dijo que todo estaba en el libro. Atagualpa pidió el libro para que se lo dijera. Lo tomó con las manos, comenzó a pasar las hojas y luego dijo que a él el libro no le habla no le dice nada y lo arrojó al suelo.