E N T O S | S O R T E M
Por el contrario, la persona que tiende a aislarse en su
soledad, decimos que es una persona introvertida o
solitaria.
Una vez que una persona elabora patrones
relativamente repetitivos en situaciones parecidas,
todos los de alrededor la conocen de una manera
determinada. Y lo que es más importante, esa persona
se conoce a sí misma de esa manera determinada. La
constancia de esa forma de ser es la que conocemos
coloquialmente como carácter o identidad. Uno es buen
padre, buen trabajador, amigo de sus amigos, etc., en
una serie de circunstancias concretas.
Sin embargo, este sentido de la identidad o carácter
puede verse muy comprometido en situaciones
inestables. Es decir, la persona se sorprende a sí misma
respondiendo a situaciones cotidianas de manera
inesperada, o en otras palabras, de manera en la que no
se conoce a sí misma. Siguiendo el ejemplo anterior,
uno se vive a sí mismo como mal padre, trabajador
incompetente o mal amigo.
Este tipo de sentimientos pueden ser difíciles de digerir,
ya que uno puede desarrollar la sensación de que está
perdiendo la cordura. O, peor todavía, alguna de las
decisiones que puede acabar tomando en una situación
concreta pueden desembocar en un daño moral.
El daño moral se materializa cuando uno se comporta de
manera que va en contra de sus valores personales. Por
ejemplo, uno puede acabar negando a un niño la
petición de recuperar el collar de su madre, víctima de
virus, una vez el féretro se haya sellado. El daño moral
puede ser el precursor de problemas más graves como
el Trastorno de Estrés Post Traumático, etc.
Finalmente, el curso también abordaba el tema del
duelo, ya que aquellos profesionales de “pura sangre”
que hacen su trabajo de corazón pueden haber sentido
que se les despertaban sus propias reacciones de duelo
ante las pérdidas que han sufrido durante la pandemia.