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interesados en la propiedad de la tierra y el usufructo
de ésta, que traducidos en productos, son la génesis del
comercio. Las personas que se dedicaban al comercio,
al igual que los hombres que se iban a la guerra,
abandonando sus territorios, vieron la necesidad de
resguardar sus riquezas, representadas en monedas. Es
acá cuando el clero se convierte en la institución de
confianza y seguridad para custodiar los patrimonios
de los incipientes libre cambistas del medioevo. Esta
figura de custodia, por parte de la iglesia, dice los
analistas, es la piedra angular de la Industria financiera,
y de modo concreto, la gestación de lo que hasta hoy
conocemos como los bancos (Banca Fácil, 2017).
Un salto cuántico en la industria financiera,
se materializa en la gran revolución industrial
de mediados del siglo XIX, cuando la creatividad
hecha empresa, asociada a la explosión de la
electricidad, la máquina de vapor, la mecánica
newtoniana, el desarrollo de la química, la física
y la óptica, demandaron recursos para montar las
primeras factorías y hacer de dichos conocimientos
aplicaciones al servicio del hombre (Voth, 2006).
Es así como los primeros proveedores de papel
moneda, se ubicaron en las bancas de las plazas
de las primeros estados-naciones, para cubrir la
demanda de recursos direccionados a la constitución
de talleres, factorías y construcción de ferrocarriles,
en el ocaso del siglo XIX (Errores históricos, 2017).
En el caso colombiano, la guerra de los mil días fue
financiada por particulares, que en nada diferían de
los proveedores de recursos europeos apostados en
las plazas públicas. Con la gran explosión de papel
moneda cada una de las regiones colombianas, o
incipientes organizaciones geopolíticas conocidas
como departamentos, tenía su propio papel moneda,
asociado a su Banco local (Peña, 2017).
Misión Kemmerer
El desorden anterior, hizo que en 1923, apareciera
la misión Kemmerer de los Estados Unidos de Nor-
teamérica, para organizar las finanzas del Gobierno
Nacional, dando origen a la banca central y a ser
garante de la incipiente industrialización del país,
en particular, interviniendo en el mercado de dinero,
como fuente primigenia de recursos a la industria y
comercio de fines del siglo XIX y comienzos del siglo
XX. En este lapso, se crean los bancos de Bogotá y
el banco de Colombia (Serna, Mora, & Serna, 2011).
En 1928, un año antes del colapso mundial
conocido como la gran depresión, inicia operaciones
la Bolsa de Valores de Bogotá, como vehículo al
servicio de las sociedades anónimas de la época, de
manera especial de la industria textil, de alimentos
y cementera. En los años cincuenta, se ven los
primeros frutos de la misión Kemmerer, en términos
de una estructura del sistema financiero colombiano
como resalta en los días actuales (Irisity, 2014).
El avance de la sociedad anónima en el país,
presiona la creación de la Bolsa de Valores de Me-
dellín, en los albores de la década de 1960. El plan
de desarrollo las Cuatro Estrategias, del Presidente
Misael Pastrana Borrero (DNP, 2017), conlleva la
creación de las Corporaciones de Ahorro y Vivienda,
CAV, sobresaliendo CONAVI, Corporación Nacional de
Ahorro y Vivienda, Davivienda, Granahorrar. En los
alrededores de 1980, los empresarios caleños, ven la
necesidad de crear la Bolsa de Valores de Occidente
como instancia para buscar y fondear recursos
de tesorería (Sierra, Duarte , & Rueda , 2015).
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