Harlismo: más que amar las motos
Iván Montoya, ingeniero de telecomunicaciones y presidente del grupo de propietarios de motocicletas Harley de Medellín (HOG, por su sigla en inglés), narra como el harlismo es diferente a lo que vende Hollywood.
Sin vestir ninguna prenda de cuero, manillas, cadenas o botas, Iván Montoya, presidente del HOG de Medellín, abrió la puerta.
A simple vista, no parece un harlista y tampoco lo hace su casa –decorada por muebles grises y paredes blancas- excepto por la sala principal. Iván se sienta en uno de los muebles de cuero y admira por un momento las docenas de placas decorativas de Harley Davidson y la colección de veinte motocicletas a pequeña escala que tiene en una repisa.
Iván se asegura de que le estén prestando atención y con un carácter serio, pero una mirada amable, empieza a explicar que para él ser harlista es mucho más que tener una moto, es un estilo de vida, una pasión que se comparte con otros.
— Es una clase de hermandad, porque a todos nos une la marca. Por ejemplo, más allá de que yo sea un ingeniero de telecomunicaciones de UNE, cuando me subo a mi harley me vuelvo un hermano para los que también hacen parte de la marca