Ante estas misteriosas palabras, Cadmo siguió su camino con resignación, hasta
que avistó al animal que coincidía con la descripción dada, de modo que siguió a la
bestia hasta que ésta se posó. En ese lugar fue fundada Cadmea, primer nombre de
la ciudad que más tarde sería llamada Tebas.
Tiempo más tarde nacería Layo, descendiente de Cadmo, y de este Edipo. Edipo
de Tebas fue abandonado por su padre por miedo a la resolución del oráculo de
Apolo, el mismo que consultara varias generaciones antes también su bisabuelo
Cadmo. El oráculo le había prometido parricidio e incesto para el hijo que
engendrara. El resultado es bien conocido. Tras la realización del oráculo, Edipo se
arrancaría los ojos y perpetuaría la maldición que sobre su estirpe cayera en el
pasado. Pero en forma de mítica leyenda ría nos la cuenten en forma de mítica
leyenda los maestros argentinos, Les Luthiers, con los siguientes versos:
Te irás con mi hijo, no quiero que crezca,
haz tu que perezca como te parezca.
Cumplida la orden, el muy desdichado,
con los pies atados, quedose colgado.
Edipo salvase y a Layo matolo,
peleándolo él solo al cielo enviolo.
Semanas más tarde, a Tebas avanza,
resolver alcanza cierta adivinanza.
La Esfinge de Tebas, al ser derrotada,
se ofusca, se enfada y se hace pomada.
Y sin darse cuenta, casado él está,
con quien saben ya, ¡su propia mamá!
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