A S.M., un joven pintor africano sobre mi apreciación de su obra
Por: Phillis Wheatley
Traducción por: Brian Sáenz
Mostrar el gran propósito del seno laborioso,
Y pintar el pensamiento en personajes vivos,
Cuando tu lápiz concedió esas bellezas
Y aprendieron de ti a vivir esas figuras,
Cuánto placer dieron esos prospectos a mi alma.
¿Una nueva creación asaltando mi vista?
Aun así, ¡Maravillosa juventud! Que persigue cada sendero noble;
Fija tu vista ardiente en la gloria eterna:
Así, ojalá, el fuego del poeta y el pintor,
¡Ayuden a tu lápiz, y tu verso, a conspirar!
¡Y quizás, el encanto de cada tema seráfico
Conduzca tus pasos a la fama inmortal!
Regocija tu alma, y levanta tus ojos ilusionados,
Hacia lo alto, hacia las dichosas maravillas de los cielos.
Estarás triplemente feliz, cuando examines exaltado,
Esa ciudad espléndida coronada con un día interminable,
Cuyas doce puertas repican sobre goznes radiantes:
Las flores celestiales de Salem en una primavera perpetua.
Tus momentos se deslizan calmos y serenos,
¡Y ojalá, la musa inspire cada nueva canción!
Así, bendecido con las dulzuras de la contemplación,
¡Ojalá, con alas fragantes, se invista paz en tu alma!
Pero, cuando las sombras del tiempo sean ahuyentadas,
Y la oscuridad culmine en un día eterno,
¿En qué alas seráficas nos moveremos
Para ver los paisajes de los reinos en lo alto?
Allí tu lengua fluirá en murmullos celestiales,
Y en éxtasis celestial, brillará mi musa;
No habrá más que decir acerca de los tiernos suspiros de Damon,
O el creciente resplandor de los ojos de Aurora;
Porque los temas más nobles requieren una raza más noble,
Y un lenguaje más puro en el plano etéreo.
¡Detente, gentil musa! La penumbra solemne de la noche
cubre ahora la bella creación, y me impide verla.
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