La ciudad del derecho se llama pueblo
Dolato Revista de relatos los domingos. Este año
La ciudad era sencilla. Luego vino la construcción. La mujer andaba rápido por la calle de cemento (ya de cemen-
16 febrero 2014
to, pero no todo todavía de cemento); y el taconeo de sus pisadas sonaba limpio por la avenida, que pronto sería
una pequeña callejuela comida por obras más grandes. Un sonido distinto a las pisadas de la mujer del pueblo. Ella
no hace ruido con los pies, sino con la garganta.
Madrid era un campo de carros y de campesinos, algo tan simple como una fotografía en blanco y negro. Luego los
carros y los campesinos se convirtieron en botas de plástico (casi piel de lagarto) sobre coches y trabajos extraños
para cubrir necesidades estupendas.
El silencio de las calles contrasta con los ruidos alrededor de la chimenea. Se habla más alto. Ya se está en casa.
Todo lo que no se ha podido decir durante la mañana o lo que no se ha podido decir mientras se caminaba bajo
la lluvia se dice rápido, todavía con el frío en las manos. Estamos en un barrio obrero; el primero y el único de la
ciudad. La mujer ha querido llegar a su casa rápido. Soñó con la chimenea al lado de su hijo. Siempre lo ha soñado.
Ella tiene algo de campesina todavía. Su hijo solo ha visto el silencio de la ciudad dormida. La madre sueña con
una partida de parchís mientras se calienta. La comida está hecha porque su madre está ahí.
Como un pueblo todavía feliz Madrid era
Como una aldea fresca y verde Madrid era
Como un pajarito mojado y secado por el nido, Madrid era
Era el campo todavía Madrid
porque lo eran sus gentes
y porque nacía de la tierra
que abrazaba la ciudad hasta que ya no pudo más
Y su hija se independizó sin orgullo para la madre
Como un pueblo todavía puro Madrid era
Y ahora no
Simplemente ahora ya no
La ciudad que era sencilla, ahora se ha vuelto algo loca. Llegó la construcción y se construyó del revés.
Escrito por Vera Alfaro. Ilustraciones de Calamar Cuchara.