expectativas ideológicas de la izquierda, pero con el pragmatismo
y los conocimientos económicos de la derecha. Los políticos de
cada bando instigan a los ciudadanos en contra de sus oponentes,
pero igual que los políticos de la antigua Grecia solo ambicionan
el poder para ellos, y se niegan por igual a crear una auténtica
democracia, consistente en que las leyes sean decididas por los
ciudadanos y no por esos políticos egoístas como ocurre ahora.
LA FALACIA DEL MULTICULTURALISMO
Que gran error es defender la existencia de una sociedad multicul-
tural, pues en realidad no existe más que una auténtica cultura que
es la verdad, por ello, debemos esforzarnos por rechazar aquellas
costumbres equivocadas por mucho que se las califique como tra-
diciones o culturas ancestrales. Por supuesto que es necesario res-
petar el libre albedrío de cada persona y de cada país para que
puedan encontrar la verdad por sí mismos, pero también es nues-
tro deber negarnos a colaborar con todo aquello que está equivo-
cado. Hoy en día hay quienes se empeñan en considerar como lo
más natural del mundo mezclar razas y culturas distintas, algunas
situadas en un nivel de desarrollo más propio de la edad de piedra
que de la sociedad contemporánea, pero tal cosa es un atentado
contra el progreso, pues el hecho de que una cultura sea superior a
la otra no implica que quienes hayan vivido en la cultura más
atrasada se vayan a plegar sin más a la cultura superior de los paí-
ses más avanzados. Porque aquellos inmigrantes que proceden de
países con estas culturas primitivas evidentemente no se limitaran
a aceptar la cultura de sus anfitriones solo porque se les diga que
es superior, porque ellos pensaran que la cultura verdadera es la
suya, ya que aun estando equivocados, no lo querrán reconocer.
Pues cada raza y cada cultura tienen su propia inercia natural dis-
tinta y esto inevitablemente lleva al desarrollo de conflictos entre
las dos comunidades. Porque lo lógico, es que dos pueblos con
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