bién es lógico que reconozcan ese derecho a quienes defienden la
existencia de una filosofía o religión.
En mi opinión, la definición clásica de Dios como un ser barbudo
subido en una nube es errónea, pero a lo largo de los tiempos to-
das las culturas han creído en alguna forma de Dios, porque es la
manera más sencilla de definir el mecanismo creador de la natura-
leza, y es innegable que el universo ha seguido un proceso lógico
y coordinado de evolución. Por lo tanto, lo correcto es definir a
Dios como el conjunto de leyes inmutables que rigen el universo
desde su comienzo y que están fundamentadas en la verdad. No es
lógico entonces entender a Dios como algo que estaba antes que
el universo, sino que Dios forma parte del universo, pero como
elemento coordinador de él. Podría decirse entonces que Dios es
parte de nosotros, pues de alguna manera todos somos creadores.
En realidad Dios está formado por todo lo que existe planetas, es-
trellas, galaxias, personas, pero su definición más exacta son las
leyes fundamentadas en la verdad que rigen el cosmos. Cuando
pensamos en lo divino es en esas leyes universales en las que pen-
samos. Podría decirse que divino es todo aquello que es bello y
está bien hecho, pues es la mejor expresión de la perfección uni-
versal.
También hay quienes niegan la existencia de Dios afirmando que
de existir tendría que intervenir en la vida humana directamente o
a través de seres superiores para evitar las injusticias, pero si tal
cosa ocurriera no sería otra cosa que una dictadura, el mundo de-
be orientarse por el camino correcto por su propia voluntad no por
la fuerza, además tal creencia se basa en ver a Dios como una per-
sona, cuando resulta mucho más lógico definirlo como las leyes
universales coordinadoras de este escenario al que llamamos
mundo y por lo tanto es lógico que sea neutral. Esto no significa
que Dios no actúe, pues lo que llamamos castigo divino no es otra
cosa que la consecuencia de olvidar las leyes de la naturaleza y
muchos de nuestros males son la consecuencia de ello, antes de
culpar a Dios debemos hacer un análisis sobre la sensatez de
nuestros propios actos. Dios no crea el universo puesto que forma
parte de él, pero es el elemento que lo coordina porque el universo
no se crea ni se destruye solo se transforma.
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