recer el mestizaje racial, esto sí que es un auténtico crimen contra
la humanidad, pero pocos lo quieren reconocer con tal de no cues-
tionar los tópicos preestablecidos.
Después de la guerra los norteamericanos y franceses se sirvieron
de su supuesto apoyo al mestizaje para justificar sus campañas
imperialistas, afirmaban que el hecho de permitir el mestizaje
dentro de sus fronteras les daba derecho a invadir los territorios de
las demás razas, de esta manera hacían lo contrario de lo que de-
cían proponer, es decir invadir y explotar esos territorios, según
ellos por su bien, cuando lo que les movía verdaderamente era la
codicia, como ocurrió en la invasión de Irak, en que se utilizaron
mentiras para poder justificarla y así poder apropiarse de su petró-
leo, es cierto que una democracia es mejor que una dictadura, pe-
ro eso no se puede utilizar como excusa para hacer lo que les dé la
gana y destruir un país, cada nación debe ser respetada para que
pueda evolucionar por sí misma sin imposiciones pretenciosas,
además estas injerencias solo sirven para dar argumentos a los
grupos extremistas. Con estos comportamientos condenan a occi-
dente a perder su cultura solo por el afán de más dinero, como si
los principios éticos no tuvieran ningún valor. Crean de esta ma-
nera una mayor tensión social al intentar imponer las mezclas ra-
ciales pero sin preocuparse verdaderamente por los derechos hu-
manos. Lo justo sería volver a la razón y entregar a cada minoría
étnica un territorio dentro de los Estados Unidos según el porcen-
taje que le correspondiera y que cada raza pueda crear así su pro-
pia nación libre. Lo ideal sería que en todo el mundo se respetasen
las fronteras raciales, para evitar así el riesgo de que unas razas
puedan interferir en los asuntos de las demás. Pero eso solo podrá
ocurrir cuando se asuma que el mestizaje no ayuda a la humani-
dad, sino que favorece la explotación de unas razas sobre las otras
además de destruir la identidad propia de cada raza.
Es necesario que aquellos que crean en la defensa de la integridad
racial se desvinculen por completo de la época nazi y comprendan
que la defensa de la propia raza no tiene por qué estar en contra-
dicción con el respeto a los derechos de las demás. Tampoco hay
que olvidar que la primera víctima de una guerra es la verdad del
perdedor, sus aciertos son considerados defectos y los defectos
del vencedor son considerados virtudes, es necesario analizar las
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