MIS HISTORIAS MARRUECAS LIBRO de HISTORIAS MARRUECAS | Page 47

Pero vayamos a la historia: Cierto día nos enteramos los amigos de entonces: Fernando Ortiz, Dionisio de la Imprenta que había casa arriba del Hotel España, Rubén Peral, compañero de la Mejaznía… De que había una Fiesta hebrea en un pequeño Santuario, en las afueras del pueblo, muy cerca del Cementerio Cristiano, en honor a un Santo hebreo llamado, según creo recordar Muley Jacob. Era como una “romería”, que duraba hasta altas horas de la noche. Pues bien, este grupo de amigos llegamos a esta “romería” que estaba muy animada, con puestos de comida y bebida, nada de alcohol ni de cerdo, que les llaman”coché”. La fiesta estaba animadísima, un grupo de chicas hebreas muy guapas, muy simpáticas, platicaban con nosotros, contamos chistes y graciosas ocurrencias, nos reímos...Francamente lo pasábamos muy bien. Pero lo que más me atrajo de esta fiesta era que tenía un pequeño edificio, era el Santuario. Encalado de blanco, en un lateral había un gran fuego que estaba alimentado con muchas velas de todos los tamaños, que las arrojaban los fieles a esa enorme fogata. Que a su vez formaba unas sombras sobre las paredes con unas formas fantasmagóricas. Que variaba constantemente su aspecto, como de figuras, que parecían algunas veces como caras y figuras humanas. Al parecer, algunas de las personas que asistían a estos actos, creían ver en las sombras alguna cara o caras relativas a sus creencias. Esto es muy digno de respeto según mi parecer y entender. Pero lo que no estuvo bien, fue lo que vino después. Uno de los amigos se le ocurrió decir, muy serio…¡Pero muy serio!,…-Allí…allí, lo veo…, -lo veo-.…De momento se agolpó detrás de él muchas personas, que también creían ver de verdad figuras…Caras, o yo que sé...Pero el nerviosismo fue “in crescendo”, hasta llegar al paroxismo. Los amigos nos miramos uno otros y a medias 47