MIRADAS PERU # 72 | Page 48

A lo largo del Mall Nacional, donde fue el escenario de innumerables protestas y luchas por la conquista de los derechos y libertades, se encuentran alrededor 20 museos y forma el complejo de museos más grande del mundo. La mayoría gratuitos y los mejores administrados por el Instituto Smithsoniano, que es un centro de educación e investigación, financiado por el propio gobierno norteamericano y por una enorme cantidad de contribuciones otorgadas por un sinfín de empresas y ciudadanos comprometidos con la difusión de la cultura en el país . Te recomiendo el Museo de Historia Americana e Historia Natural o “American Museum of Natural History”, los 27 edificios que componen el museo, están debidamente interconectados y albergan 46 salas de exposición permanente, laboratorios de investigación y su ya famosa biblioteca recibe cinco millones de afortunados visitantes anuales, pero el Museo del Espacio o “National Air and Space Museum”, requiere mención aparte. Contiene una gigantesca colección de aviones de todas las épocas y naves espaciales. Es muy instructivo, divertido y majestuoso. Encuentras simuladores de aeronaves que cuestan ocho dólares por persona. La prueba para pilotear una nave tarda alrededor de 4 minutos de pura adrenalina. Nos ganó la noche.

Al día siguiente, llegamos temprano 8 am a la gran Explanada. Esta vez teníamos como misión subir al punto más alto de Washington D.C., el icónico Obelisco, monumento a Washington. Hicimos una pequeña cola para recoger los tickets gratuitos, alcanzamos visita para las 5:30 de la tarde; así que decidimos seguir conociendo. Llegamos al monumento a Lincoln, que por cierto me hacía recordar a la primera versión de El planeta de los simios. El monumento a Martin Luther King, a Franklin D. Roosevelt, a Jefferson, a los veteranos de Vietnam ¡Vamos a la Casa Blanca! Nuestros vehículos de dos ruedas nos ahorraron tiempo, llegamos y, la verdad, no me impactó su infraestructura. La comparaba con el Palacio de Gobierno, nuestra Casa de Pizarro ubicada en la plaza de armas, y más vistosa es la nuestra. Hasta que, de pronto, los policías empiezan a cerrar calles, suenan sirenas, silbatos de policías: ¡va salir Trump! La gente se aglomera, se pegan a las rejas. Se escucha el motor de su helicóptero, sale presuroso, sube a su nave, pero no levanta vuelo; espera unos segundos a que se acerque su escolta de helicópteros artillados: son dos. Se suspenden al costado y empieza a elevarse la nave del hombre más poderoso del mundo. Hacen las tres naves mucho ruido y viento. La gente saluda, vibra, se emociona, grita y no sé por qué aplauden. Ernesto y yo contemplamos cómo se alejaban las naves, nos miramos y bromeamos. No recibió nuestras demandas, que se habrá creído? Es lo más cerca que pudimos estar de él.