MIRADAS ECUADOR # 01 | Page 42

Vale recalcar que uno de los principales problemas, es que no todos los tejedores hacen el armado, dependen de los más hábiles, que generalmente son los mayores. Entre estos tejidos no hay diferencia usan el mismo número par entrecruzar las pajas la diferencia en la primer injerida, que es el número de pajas con el que se inicia el sombrero. El punto de inicio se lo hace entre 8 y 16 pajas para formar la plantilla.

En el tejido del ala, la primera vuelta se inicia injiriendo cada dos hebras una paja. Se debe tener cuidado al apretar cada vez que se injiere para que el tejido no quede flojo y no se produzcan vuelos en el ala.

Una vez creada la plantilla, se lo coloca en el molde, donde se va tejiendo la copa y la falda del sombrero, dependiendo del modelo que se vaya a crear, para cada uno varía su tiempo de elaboración, siendo los más finos los que se terminan en 4 ó 6 meses, dadas las condiciones de delicadeza de la paja, por su finura y por la mayor cantidad de grados por pulgada que tenga.

Mientras más fino es el sombrero, más tiempo toma su elaboración, así como también es mayor su costo. El remate del tejido, que representa el acabado final, se produce alrededor de toda la falda o ala del sombrero. Como toda obra maestra, el tejido del fino de pile, tiene que pasar por el proceso de ajuste, el que debe hacerse con sumo cuidado al momento de darle un buen perfil al ala del sombrero.

Previo al lavado, que se produce cuando está terminado, se hace el recorte de las puntas casi al ras. Una vez rematado y para retirar la suciedad que pudiera existir producto de todo el proceso previo, el sombrero se lava con jabón y cepillo, pero de forma delicada cuidadosa. Este procedimiento se cumple, colocando los sombreros en un contenedor con azufre a modo de horno, para que tome el color deseado.

Los sombreros se dejan secar al aire libre durante un buen tiempo, para proceder después al apaleado con un pequeño pilón de madera, lo que no solo le dará flexibilidad sino también resistencia.

Después se retira el azufre que haya quedado impregnado y es colocado sobre un molde para plancharlo y eliminar las arrugas que pudiera tener. Una vez cumplido este necesario paso, el sombrero está listo para el uso del cliente. Los hay tanto para damas como para caballeros y para una fácil y segura transportación para que no pierda su forma, se lo coloca dentro de una caja de cartón, sobre todo para cuando se realizan envíos internacionales.

Esta pequeña comuna llena de saberes ancestrales, cuya actividad principal más importante es el tejido fino de sombreros de paja toquilla, tiene una población infantil y de jóvenes que aprenden casi desde la cuna el oficio de sus mayores. Aprenden jugando con la toquilla en sus casas, mirando a sus padres, abuelos y hermanos mayores. La confección de un sombrero fino toma de 2 a 8 meses y en ocasiones hasta un año, dependiendo de las condiciones climáticas. Pile, tiene un clima frío, con días nublados la mayor parte del año, lo que posibilita a los tejedores dedicar buena parte de su tiempo, de mañana, tarde y noche al tejido, puesto que la paja se mantiene suave, evitando así que el tejido del sombrero se rompa.

Esta es una de las razones por las que sea considerada la cuna del sombrero más fino del mundo. Lo fino del sombrero se mide en grados y mientras más fino, más será el tiempo que tome su acabado y por consiguiente su precio será mucho mayor.

El valor cultural de esta prenda radica, en su manufactura, pues está hecho totalmente a mano, característica que lo convierte con sobrados méritos en un patrimonio que enorgullece al Ecuador en general y particularmente a Manabí y su gente, que ve reflejada en el sombrero de paja toquilla, su rica identidad cultural.

DATOS HISTORICOS

La tradición de la elaboración de los sombreros de paja toquilla se remonta a la época prehispánica, mucho más allá de la historia reciente del territorio que actualmente conocemos como Ecuador y en particular de la provincia de Manabí. Los pueblos que habitaron la costa ecuatoriana elaboraron figurinas de cerámica cuyos tocados simulan sombreros que posiblemente se realizaron con paja toquilla. En esta época también usaban fibras vegetales para la confección de sogas, telas, cestas y peculiares objetos para cubrirse del sol, que en la Colonia recibirían el nombre de sombreros.

En 1534, el padre José María Cobos –uno de los acompañantes de Sebastián de Benalcázar en la conquista de Quito– al pasar por lo que ahora es Manabí, observó que los nativos de Bahía de Caráquez, Manta, Montecristi y Jipijapa llevaban en sus cabezas adornos en forma de alas de murciélago que les servían como protección del sol y que eran elaborados de una fibra de palma de esta región.

En la Colonia se conoció a esta fibra como jipijapa por lo que, hasta principios del siglo XX, el sombrero fino de paja toquilla se llamaba sombrero jipijapa. Con el paso del tiempo y debido a su comercialización a través del Canal de Panamá –cuya construcción incluyó un despliegue informativo que incluía a los obreros usando el sombrero de paja toquilla, además de políticos de renombre como el presidente Roosevelt de Estados Unidos–, se denominó erróneamente al sombrero como Panama Hat. Entre 1889 y 1910 se estima que se exportaron a Panamá más de cien mil unidades

Por 1843, en la época republicana, Montecristi adquirió fama por el comercio de los sombreros de paja toquilla, destacándose entre los comerciantes la familia Alfaro Delgado. De esta familia proviene también el ex presidente Eloy Alfaro, quien incluso luego de sus primeras escaramuzas revolucionarias viajó a Panamá para hacerse cargo del negocio.

Desde entonces, la tradición del sombrero ha pasado por diversos procesos de comercialización. Actualmente, en Manabí su producción y comercialización es diferente a la que se realizaba en el siglo XIX. En el proceso intervienen decenas de familias, quienes trabajan bajo pedido o para sostener el negocio y además lo alternan con actividades agrícolas u otro tipo de comercio.

Ecuador es un país rico en patrimonio. Las variadas manifestaciones de arte y cultura popular dan cuenta de esta característica y sin duda el tejido del sombrero de paja toquilla constituye uno de los íconos de esta riqueza nacional que ahora forma parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.