Military Review Edición Hispano-americana Julio-Septiembre 2016 | Page 80
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Cómo lidiar con la propaganda
adversaria
Teniente coronel, retirado, Jesse McIntyre III, Ejército de EUA
L
os líderes políticos y militares atribuyen la
derrota de Alemania en la Primera Guerra
Mundial en parte a los esfuerzos de propaganda
de los Aliados y la falta de esfuerzos eficaces por parte
de Alemania para contrarrestarlos1. Ya para la primavera de 1917, Alemania sentía los efectos de las actividades de propaganda. De hecho, en mayo de 1917, los
oficiales alemanes de mayor jerarquía se reunieron para
delinear un plan a fin de combatir los efectos desmoralizantes de la iniciativa de propaganda de los Aliados2.
El plan incluyó el establecimiento de una agencia
central en el Ministerio de Relaciones Exteriores para
recolectar la propaganda y comunicados de prensa
aliados, desarrollar programas para mejorar el estado
de ánimo de los soldados alemanes y desarrollar políticas para guiar las actividades de propaganda dirigidas
a los Aliados3. La decisión tomada por los alemanes
para dirigir una iniciativa a un nivel tan alto indica la
importancia que pusieron en contrarrestar la propaganda. Lamentablemente para los alemanes, la iniciativa ocurrió demasiado tarde y fue ineficaz en cambiar el
curso de la guerra4.
La historia está llena de ejemplos de las consecuencias de usar o no las medidas de contrapropaganda.
Una de las primeras medidas documentadas ocurrió en
la guerra del Peloponeso. Los propagandistas de ambos
lados de la guerra Arquidamia, entre los atenienses y
espartanos (431-404 a.C.), respondieron mutuamente
la propaganda de cada uno con reivindicaciones sin
directamente negar las reclamaciones o reconocer la
propaganda en sí5.
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Tucídides observó que las aseveraciones opuestas
siempre fueron más severas que la original, concluyendo que era un requisito para la contrapropaganda
eficaz6. En la Primera Guerra Mundial, los italianos
realizaron operaciones de contrapropaganda contra las
tropas austro-húngaras, alterando los boletines de trinchera austro-húngaros con mensajes de propaganda7.
Sin embargo, la historia también demuestra que los
esfuerzos de contrapropaganda deben ser realizados
diestramente para evitar que los mismos produzcan
consecuencias negativas. Por ejemplo, los practicantes
de propaganda alemanes crearon un panfleto interesante de contrapropaganda durante el combate de Anzio
en la Segunda Guerra Mundial8. Cuando los Aliados
diseminaron un panfleto que describió los éxitos aliados contra las posiciones alemanas en el Frente Cassino,
los propagandistas alemanes intentaron contrarrestar
las acusaciones con comentarios que reflejaron un revés
en las fortunas de los Aliados en el campo de batalla.
Al final, los panfletos alemanes resultaron ser inútiles
como esfuerzo de desacreditar al panfleto aliado con los
soldados, pero sí tuvieron el resultado no intencionado
de ser tan ridículamente increíbles que aumentaron el
estado de ánimo de los soldados norteamericanos9.
Cuando es usada por expertos, la contrapropaganda puede tener una influencia poderosa y decisiva
contra un adversario ideológico. Por ejemplo, el presidente Ronald Reagan tal vez transmitió uno de los
mejores ejemplos de contrapropaganda exitosa que
produjo repercusiones en todo el mundo en 1987. En
la década de los años 80 del siglo XX, la propagan