Military Review Edición Hispano-americana Enero-Febrero 2015 | Page 62

Terrestre Cibernético Marítimo Espacial Aéreo Humano Figura - Dominios del Conflicto Sin embargo, la mayoría de estos documentos parecen estar principalmente interesados en los detalles tácticos y estratégicos (y algunas veces logísticos), no en el estudio de la guerra desde una perspectiva de ciencia social, de los factores subyacentes que serían mejor explicados por elementos intelectuales quienes dependen de la antropología, psicología y sociología cultural. En consecuencia, de invertirse en la idea del dominio humano, una gran idea de por sí, entonces el alcance de la investigación y beca que usa el Ejército, concurrentemente, debe ampliarse para abarcar su inmensidad, hasta cierto grado. Coherente con lo anteriormente expresado, la incorporación de campos distintos de historia, psicología, antropología, sociología y demás —abrirá innumerables puertas de conocimiento acerca de la guerra y el dominio humano. Debemos alejarnos del conocido grupo especializado y asesoramiento superficial de expertos complacientes que regurgitan teorías y estadísticas gastadas. En su lugar, debemos traer nuevos campos de conocimiento e información que extraen conocimientos de diversas experiencias y conjuntos de datos. En definitiva, si el Ejército está verdaderamente interesado en comprender la interacción humana y su relación con la guerra, entonces deberá hacer un 60 esfuerzo concertado para llegar a estos otros campos de estudio que se especializan en el aspecto humano de una manera más práctica. Puede esperarse que este proceso no solo introduzca lo nuevo, sino también revitalice lo viejo para mejorar y ampliar la investigación en los ámbitos tradicionales como la historia. La combinación de estos desarrollará una comprensión más compleja, más amplia y más profunda de los conjuntos de problemas relacionados con las causas y las resoluciones de guerra. Si bien este concepto parece válido, el problema surge cuando el Ejército, la Infantería de Marina y el USSOCOM intentan vender esta idea a los que determinan la estrategia y, en última instancia, los fondos. La investigación de las ciencias sociales es una actividad relativamente económica, no tiene el mismo encanto seductor en los distritos electorales que el construir aviones de miles de millones de dólares. Urgentemente se necesita más ayuda, pero el Ejército no se ha ayudado a sí mismo a convencer a los legisladores del valor que tienen las ciencias sociales para las Fuerzas Armadas. Ahí yace la parte blanda. Ni el Departamento de Defensa, ni el resto del establecimiento de seguridad nacional, tienen un buen récord en lo que se refiere a usar las ciencias sociales en ninguno de sus análisis; históricamente hablando, han estado ausentes o han sido usados ineficazmente.2 Además, cuando se trata de formular la estrategia, la guerra o la diplomacia, los representantes confiables de las ciencias sociales no han sido tomados lo suficientemente en cuenta en mesas redondas, sesiones de estrategia, o en el Estado Mayor de los encargados de tomar decisiones. Esto parece validar lo que se observa en el documento oficial del Poder terrestre estratégico: el uso de cualquiera de las ciencias sociales en el estudio de la guerra, y la idea de que el conflicto tiene que ver con personas “no se le ha dado la debida importancia en las deliberaciones de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos” .3 Si bien el Ejército ha intentado usar los aspectos de las ciencias sociales en los últimos años con el desarrollo de su doctrina de contrainsurgencia y sus partidarios, todavía el abismo es muy grande. Esta brecha ha obstaculizado y continuará obstaculizando la comprensión del dominio humano. Entonces ¿cómo cerramos la brecha? Enero-Febrero 2015  MILITARY REVIEW