Military Review Edición Hispano-americana Enero-Febrero 2015 | Page 21

ESPÍRITU GUERRERO En el caso del CCC en el Curso Avanzado de Oficiales de Artillería de Campaña en 2010 el cual constaba de 24 semanas de instrucción, se dedicaban 119,9 horas más al entrenamiento de liderazgo centrado en el comandante de batería en el salón de clase. Esto sirve como un ejemplo concreto de la importancia que el Ejército asigna al desarrollo del liderazgo. De mayor importancia, el énfasis incrementado en el desarrollo de líderes está destinado a eternizar el espíritu guerrero. El combate permite que los líderes en el nivel de compañía pongan en práctica la instrucción. Dado que los requerimientos delineados en la AR 350-1 reciben un menor nivel de énfasis en las operaciones de combate, la supervisión de tareas de tipo administrativo también disminuye. Según observó Janowitz con respecto al conflicto en Vietnam, todavía a fines de la década de los años 60, “los reglamentos y procedimientos detallados de las Fuerzas Armadas eran atenuados en las asignaciones operacionales” .26 Al dotar a los comandantes con una capacitación de liderazgo adecuada y proporcionar un laboratorio para la experimentación, el líder en el nivel de compañía puede fortalecer y mantener la cultura guerrera en sus subalternos. Los líderes de mayor antigüedad deben duplicar las condiciones de combate a través del entrenamiento realista que fomenta el pensamiento crítico y la aceptación de riesgos por un período de entrenamiento prolongado. Un período de entrenamiento colectivo, de dos meses de duración, que se lleva a cabo solo de dos a tres veces al año es insuficiente. Aunque continue el nivel de capacitación de liderazgo, un ambiente en el que hay una escasez de tiempo y donde se mide el liderazgo en una evaluación externa de dos semanas, limita la experimentación y aceptación de riesgos. Esto no permite la experimentación por parte del líder y puede afectar negativamente el espíritu del soldado. La evaluación de líderes y la administración de riesgos A falta de las operaciones de combate, el mantener el espíritu guerrero requiere el entrenamiento riguroso y realista. Desgraciadamente, evaluar la calidad de un ejercicio de entrenamiento es subjetivo y sumamente problemático para un comandante de mayor jerarquía que no cuenta con el tiempo disponible para observar de cerca el entrenamiento de todos los elementos subordinados. MILITARY REVIEW  Enero-Febrero 2015 Además del difícil proceso de evaluación, el comandante superior necesita un mecanismo de rehabilitación que pueda corregir las deficiencias identificadas de los comandantes subalternos.27 En una situación donde un comandante identifica un error honesto en el combate, una corrección puede ser rápidamente establecida para remediar la situación. Esto permite que los subalternos mejoren y no cometan nuevamente el mismo error. Sin embargo, en un ambiente de entrenamiento, es mucho más probable que el comandante no olvide un solo error de un subalterno, lo que impedirá que se recupere del incidente. Esta realidad merma la aceptación de riesgos y la iniciativa individual en el entrenamiento que permitiría que los comandantes, en el nivel de compañía, aprendan lo que funciona y lo que no funciona. En un ambiente de entrenamiento de cero defectos, es muy probable que los comandantes subalternos, con un menor número de oportunidades de entrenamiento, dejen de usar la experimentación y adopten solo los procesos superficiales probados para cometer menos errores. Esto no solo amenaza con crear líderes menos capaces, sino también obligar a los comandantes a comparar a sus subalternos usando medidas de objetivo limitadas y superficiales. Las medidas de objetivo para el rendimiento de comandantes son problemáticas. Al menos, un oficial de mayor antigüedad ha observado que estas medidas son, simultáneamente, tanto fáciles de recopilar como los indicadores de menor valor con respecto al liderazgo heroico.28 No obstante, estas medidas de objetivo eran la base para muchas de las evaluaciones de rendimiento superiores, antes de la inmersión en las operaciones de combate contemporáneas. Algunos experimentados oficiales de mayor jerarquía han destacado los problemas al basar las evaluaciones de liderazgo solo en datos superficiales y engañosos, pero fácilmente cuantificables.29 Por ejemplo, la tasa de apresto operacional, históricamente hablando, es una medida de competencia de mando, no una preparación de comprobación