...qué ocurre. Cuando llegó el día, me puse la mochila con todo lo necesario y me adentré en el bosque. Era un poco espeso, pero como era de día se veían las huellas. El problema era que esta vez no había manera de encontrarlas. Al cabo de un rato las encontré. Las primeras que vi eran un poco largas como las de un conejo. Las seguí. Me llevaron hasta un claro del bosque; allí vi otras muy diferentes. Éstas eran muy grandes; parecían las de un oso. Me dio un poco de miedo, pero las seguí. En medio de un sendero, otra vez cambiaron. Esta vez había mogollón mezcladas, pero todas iban en la misma dirección. Al final anocheció. Pensé que era mejor irme a casa, pero unas voces decían_ ¡Por aquí, por aquí! Sigue las huellas. Me vi obligado a seguir. Al final del sendero muchas voces chillaron ¡sorpresa! Resultó una fiesta sorpresa. Las huellas eran las pistas para llegar. ¡Me lo pasé GENIAL!
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