La diferenciación de la composición de la
microbiota intestinal y de su funcionalidad
parece estar asociada a la dieta. Además, el
sistema inmunitario posee una función
significativa en modular la microbiota intestinal,
tanto para proteger contra microorganismos
patógenos, como para preservar la relación
simbiótica entre hospedador y microbiota. De
hecho, la colonización microbiana intestinal ha
demostrado ser esencial en el crecimiento regular
y la protección contra infecciones.(13)
Se considera que las dietas caracterizadas por una
ingesta elevada de grasa y bajo contenido en
fibra, pueden contribuir a una disbiosis en la
microbiota intestinal, lo que conduce a la
reducción de la integridad de la barrera intestinal;
alteración que a su vez puede predisponer a la
obesidad.
El aumento de permeabilidad intestinal posibilita
el paso a la circulación sanguínea de
lipopolisacáridos y otros componentes del
peptidoglicano de la pared celular bacteriana, que
desencadenan la inflamación de bajo grado que
se asocia a la obesidad. Por otra parte, se ha
observado que las dietas que promueven la
pérdida de peso, basadas en ingestas
hiperproteicas, causan una reducción muy
desproporcionada del contenido en butirato.
Dicha reducción metabólica se ha correlacionado
con el descenso de Roseburia, E. rectale y
Bifidobacterium. (14)
Probióticos y su incidencia en flora intestinal
Los pr obióticos han sido definidos por la
Organización de Alimentos y Agricultura (FAO,
Food and Agriculture Organization) de las
Naciones Unidas y por la Organización Mundial
de la Salud (OMS) como “microorganismos
vivos que proporcionan un beneficio a la salud
del hospedador cuando son ingeridos en las
cantidades adecuadas” (15). El término
probiótico fue utilizado por primera vez en 1965
para describir microorganismos vivos no
patógenos, como bacterias mutualistas del
intestino, con efectos beneficiosos para el
huésped, prevención o tratamiento de
enfermedades (16).
La primera autorización de un probiótico como
"aditivo zootécnico regulador de la flora
intestinal" en la Unión Europea data del año
1994. La mayoría de las bacterias que se utilizan
como probióticos en los animales de abasto
pertenecen a los géneros Lactobacillus,
Enterococcus,
Bacillus,
Clostridium
y
Pediococcus.
De tal forma que un mismo producto puede
provocar resultados variables según la especie,
edad, vía de administración y/o condiciones
ambientales.
En cualquier caso, el objetivo del empleo de
probióticos en alimentación animal es una
reducción de la incidencia de infecciones y una
mejor función digestiva y metabólica, de tal
manera que la tasa de crecimiento (o de
conversión de pienso en ccime) sea más rápida.
En este sentido, crecimiento y obesidad no son
sinónimos.
En modelos animales, las modificaciones de la
microbiota intestinal inducidas por probióticos
han conducido a una mejora del proceso
inflamatorio en paralelo a la mejora de la
sensibilidad a la insulina y disminución de la
adiposidad, así como de marcadores de riesgo
cardiovascular. Morales et. al comprobaron que
la administración dietaria de un prebiótico (la
oligofructosa que estimula el crecimiento de las
poblaciones gram-positivas Bifidobacterium y
UNIVERSIDAD COLEGIO MAYOR DE CUNDINAMARCA
Facultad ciencias de la salud
Bacteriología y Laboratorio Clínico