Mi primera revista | Page 10

LITORAL

Un soplo de eternidad pudo destruirte,

ciudad prodigiosa, momento que en la mente de un dios emergiste.

Los hombres por un sueño vivieron, no vivieron,

eternamente fúlgidos como un soplo divino.

Jardines, flores. Mar alentado como un brazo que anhela

a la ciudad voladora entre monte y abismo,

blanca en los aires, con calidad de pájaro suspenso

que nunca arriba. ¡Oh ciudad no en la tierra!

Por aquella mano materna fui llevado ligero

por tus calles ingrávidas. Pie desnudo en el día.

Pie desnudo en la noche. Luna grande. Sol puro.

Allí el cielo eras tú, ciudad que en él morabas.

Ciudad que en él volabas con tus alas abiertas.