Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 498
¨El Misterio de Belicena Villca¨
Como ves, Neffe, el modelo cartaginés demuestra todo un modus operandi en la acción
de los imperialistas. Mientras que en el modelo grecorromano “el más valioso era el más
valiente”, y los pueblos valerosos podían crecer y desarrollarse sin problemas, según sus
propias pautas culturales, en el modelo cartaginés-anglosajón hay que aplicar
permanentemente el principio “vale mientras sirve”, lo que obliga a someter a los pueblos
vencidos, o dominados, mediante las prácticas más viles. Y aquí llegamos también al meollo
de la cuestión: el soporte jurídico del principio anterior, y de cuantos constituyen el Imperio
cartaginés-anglosajón, es el Principio de los principios sinárquicos, el Principio Supremo que
es piedra fundamental de la estructura juridicosocial del Estado sinárquico: el Principio de la
División.
¿División de qué? De todo, porque el Principio de la División otorga al Emperador o Rey,
cartaginés, inglés o yanqui, el derecho a dividir la estructura de los pueblos. Hay que
comparar de inmediato, para que salten las diferencias: el Principio del Honor de los
imperialistas grecorromanos era esencialmente ético y creaba la obligación de procurar el
bien común, de valorizar el valor del valeroso; por el contrario, el Principio de la División de los
imperialistas cartagineses-anglosajones era fundamentalmente jurídico y amoral y generaba el
derecho a dividir para asegurar el valor de los que sirven, para proteger la libertad
democrática de valer siendo útil, produciendo, sirviendo.
Aquí están las diferencias fundamentales de ambos modelos: lo ético contra lo jurídico y
amoral; la obligación moral de procurar el bien común, contra el derecho amoral de dividir el
bien común para extraer su valor utilitario. El imperialismo grecorromano producía “ciudadanos
del Imperio”, honroso título que de ningún modo menoscababa su nacionalidad u orgullo racial.
El imperialismo cartaginés-anglosajón modela “ciudadanos del Mundo”, ambiguo y deshonroso
título que la más de las veces oculta la traición inconfesable.
A los ciudadanos del Imperio ya los conocemos por la Historia. Es de interés, en cambio,
saber ¿cómo son los “ciudadanos del Mundo”, título análogo al de “esclavo de la Sinarquía”?
Pues, se trata de seres que han sido conformados de acuerdo al modelo cartaginés-
anglosajón, vale decir, seres que han padecido todos los modos del Principio de la División.
Son habitualmente internacionalistas porque su nacionalidad ha sido dividida y disgregada:
creen que lo internacional salva la diferencia entre los pueblos. Son decididos pacifistas
porque su estructura psíquica fue dividida freudianamente y su instinto guerrero calificado de
“tendencias agresivas primitivas que se originan en el córtex, el cerebro animal, y surgen a
través del Inconsciente”: para la Cultura psicoanalítica, el instinto guerrero es un impulso
vergonzoso, casi animal, sumamente peligroso “porque puede encarnarse en el Mito del
Héroe” y tornarse dominante en la conciencia; quienes están así adoctrinados, identifican
guerra con salvajismo, y creen que la paz debe conseguirse a cualquier costo pues en ese
estado social es posible demostrar la utilidad sirviendo al imperialismo pacifista, Gobierno
Mundial, Sinarquía, o como quiera que se llame el sistema que los explote. Estos ejemplares
son daltónicos a la nacionalidad y se les ha bloqueado el instinto guerrero; carecen por lo tanto
de heroicidad, de capacidad de reacción patriótica, son seres psicológicamente mutilados que
creen en la unión de varios conceptos imposibles de unir bajo un imperialismo cartaginés-
anglosajón: paz, felicidad, creación, progreso, libertad, civilización del amor, fraternidad
universal, etc. Naturalmente, en nuestra Época, pueden ser buenos comunistas o buenos
liberales, indistintamente.
Pero además de internacionalistas o pacifistas pueden ser colaboradores del sistema
imperial cartaginés, trabajando desde adentro de sus Naciones, en las que no creen, para
favorecer la contribución de valor utilitario que los imperialistas le han asignado a su pueblo o
país; o pueden ser agentes internacionales del imperialismo y consagrarse a ejecutar sus
planes. De cualquier modo, su tarea consistirá, desde adentro o desde afuera, en dividir, es
decir, en aplicar el Principio de la División allí donde exista algo unido que se oponga al
imperialismo cartaginés-anglosajón: la intriga, la corrupción, el maquiavelismo, el soborno, la
insidia, la difamación, la publicidad, la desinformación, etc., todos los medios y crímenes serán
válidos para dividir los todos y fortalecer las partes que sean útiles y sirvan al imperialismo
extranjero. En la formación de lacayos de esta clase, el imperialismo cartaginés-anglosajón
siempre ha descollado: el tipo clásico es el “cipayo”. Naturalmente, no me refiero al cipayo
hindú, al hombre concreto que muchas veces con increíble valor trató de librarse de los
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