Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 387
¨El Misterio de Belicena Villca¨
Los puertos y ciudades extrañas que tocábamos eran sitios fantásticos para un orgulloso
Faehleinsführer de 15 años que se debatía entre el gozo de conocer y la ansiedad de llegar.
Llegar, sí, porque lo maravilloso era el destino final del viaje mágico: Alemania.
–Me miras con incredulidad Neffe –se disculpaba tío Kurt– y te comprendo; es difícil
entender lo que sentíamos en esos días los jóvenes germanos, aún extranjeros como Yo.
Egipto era la patria amada, la tierra donde nací y crecí.
Pero Alemania era otra cosa.
La Tierra de Sigfrido y del Führer; del Río Rhin y de Lorelay; de las Walkirias y de los
Nibelungos. Era una “Patria del Espíritu”, donde se nutría al mito, la leyenda y la tradición de
nuestros mayores.
Una patria eterna y lejana que de pronto se tornaría real por intermedio de ese viaje
fabuloso. Habíamos sido educados en una mística cuya formulación era: “Sangre y Suelo”;
obrábamos en consecuencia.
A fines de Julio, pleno verano europeo, arribamos a Venecia, punto final de nuestro viaje
por mar, desde donde tomaríamos una combinación de trenes hacia Berlín. Estábamos
prontos a descender del Barco cuando el Capitán nos anunció que deberíamos pasar por las
oficinas, que la compañía posee en el puerto, para retirar un mensaje.
Llegamos allí, con el corazón oprimido pensando en malas noticias de Egipto, para
encontrar en cambio, una carta con membrete oficial del Tercer Reich. En ella, Rudolph Hess
nos advertía que estaría ausente de Berlín hasta la segunda semana de Agosto pero que, si
deseábamos visitarlo enseguida, podríamos dirigirnos a la Alta Baviera. La causa de esto era
que el Führer había decidido descansar unos días en su Villa “Haus Wachenfeld”, sobre el
Obersalzberg, en Berchtesgaden y parte de su gabinete le acompañó alojándose en
hosterías cercanas. Rudolph Hess y su esposa Ilse se hallarían encantados de recibirnos si
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decidíamos ir hasta allí .
Papá no podía ocultar su satisfacción pues esta situación era por demás beneficiosa para
nuestros planes. Por un lado nos ahorrábamos de viajar cientos de kilómetros, pues de
Venecia a Berchtesgaden hay sólo doscientos kilómetros en tanto que a Berlín más de mil. Por
otro lado teníamos la posibilidad de entrevistar a Rudolph, fuera de todo protocolo oficial, sin
padecer la interferencia de secretarias o asistentes y disponiendo de tiempo para conversar y
recordar las buenas épocas.
La vista de la legendaria Venecia, el paso por Austria y la llegada a los Alpes Bávaros,
fueron el umbral de mi ingreso a un mundo nuevo y maravilloso.
Desde el momento en que pisé suelo Bávaro, noté que el aire estaba como electrizado,
como si un oculto motor enviase vibraciones poderosas a través del éter. Era algo tan evidente
en esos días –o años– que cualquiera que estuviese medianamente predispuesto, podía
percibirlo.
Esas vibraciones, que no se captaban con un órgano físico, llevaban al espíritu receptor
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un mensaje: ¡Alemania despierta! Pero esta traducción en dos palabras es burda; parece
una proclama patriótica elemental, no transmite cabalmente lo que evocaba en nuestro
Espíritu esa fuerza misteriosa. Trataré de explicarlo. ¡Alemania despierta! decía y quien
escuchaba no pensaba en la Alemania geográfica, ni siquiera en el Tercer Reich, sino que se
sentía claramente en otro mundo, sin fronteras, en una Alemania sin Tiempo ni Espacio, cuyos
únicos límites eran justamente los fijados por esta misma vibración.
Alemania concluiría solamente donde ya no se percibiera la vibración unificadora pues,
ahora lo sabían todos, Alemania era también ese inmanente sonido inaudible llamado
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volkschwingen .
¡Alemania despierta! decía el mensaje trascendente y Alemania, como el ave fénix,
renacía de las cenizas de sus últimas derrotas; se convertía en el epicentro de una nueva
10 En Reichcoldsgrun, Baviera, estaba la casa “alemana” de la familia Hess, construida por el padre de Rudolph. Sin embargo las
vacaciones del Stellvertreter transcurrían habitualmente en Berchtesgaden, cerca de la residencia del Führer.
11 Deutschland erwacht.
12 Volkschwingen: vibración del pueblo.
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