Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 362
¨El Misterio de Belicena Villca¨
grave lesión en la capacidad del pensar metafísico y de la percepción metafísica, análogo, si
se quiere, a una pérdida de la visión o ceguera. Por analogía se habla de Edad Oscura o Era
de Tinieblas: perder la visión, no ver, es lo mismo que “ver” todo negro.
Existen textos sobre Doctrina ocultista que parecen poseer buena fundamentación
filosófica y científica: pero también existen falsificaciones de los cuadros de Leonardo Da Vinci,
tan perfectas que resisten el examen de prestigiosos peritos. Y es lógico, tanto en uno como
en otro caso, la calidad del fraude depende de la habilidad del falsificador. En el caso
esotérico, por desgracia, los falsificadores han alcanzado un alto grado de destreza: los hay
muy bien “preparados” para su misión, dueños de una gran “Cultura general”. Tomemos, por
ejemplo, escritos “esotéricos” de autores “sabios” y “eruditos” tales como H. P. Blavatsky,
Rudolph Steiner, René Guenón, Max Heindel, etc., y comparemos el fárrago de teosofismo
que sustenta cualquiera de ellos con la elemental sencillez de los símbolos metafísicos de la
Sabiduría Antigua; ¿qué surge en esta comparación? Que no podemos leer un símbolo (ver su
verdad) y sí podemos leer un libro sobre el símbolo, que no nos revelará el sentido del mismo,
pero nos entretendrá con descripciones y asociaciones múltiples, susceptibles de
interpretación racional, que nos crearán la ilusión de una comprensión y un progreso, tal como
conviene a la Sinarquía.
“Existe un daltonismo sensorial y un daltonismo gnoseológico”, escribió alguna vez
el gran epistemólogo Luciano Allende Lezama. Se puede agregar que “existe también un
daltonismo semiótico”: es el que padecen quienes no pueden ver la verdad de un símbolo y
que debe ser sanado previamente a la búsqueda de un “Conocimiento Oculto”. Para no ser
engañado. Para no ser usado por la Sinarquía.
Sin una clara visión de lo simbólico y un adecuado discernimiento moral, es imposible
acceder al conocimiento de la Sabiduría Hiperbórea, la que, por otra parte, no está en las
Escuelas Exotéricas. La falta de estas virtudes, o, el desprecio por las mismas, lleva al adepto-
daltónico a la búsqueda de los “fenómenos” y del Poder, a seguir disciplinas “orientales” sin
comprenderlas o a ceder a la fascinación de “investigaciones cientificistas” en parapsicología
(Kámara Kirlian, psicobioenergética, y otras patrañas).
El peligro está en que dichas Escuelas “Ocultas” (con Personería Jurídica, Razón Social y
teléfono) no vacilan en prometer, a gentes de dudosa capacidad espiritual, pero útiles a sus
planes, todo tipo de Poderes y “experiencias liberadoras”. Por supuesto: el progreso vendrá
“luego”, después de unas cuantas “Iniciaciones”, “progresando” en los “grados internos”.
“No se ayuda a un pobre –dice C. G. Jung– con que le pongamos en la mano una
limosna más o menos grande, a pesar de que así lo desee. Se lo ayuda mucho más,
cuando le señalamos el camino para que, mediante el trabajo, pueda librarse duramente
de su necesidad. Los mendigos espirituales de nuestros días están, por desgracia, en
exceso inclinados a aceptar en especie la limosna de Oriente, es decir a apropiarse sin
reflexionar de las posesiones espirituales de Oriente e imitar ciegamente su manera y
modo”.
Todos estos razonamientos me llevaban a una conclusión: En quien busca Poder
fenoménico parapsicológico –taumaturgia– hay siempre un ignorante o un desinformado. En
quien promete otorgarlo, sólo puede haber una voluntad perversa. De aquí que hubiese
decidido considerar “coincidencia sincronística” a cualquier posible relación entre el rapto
espiritual del día 21 de Enero y el sismo simultáneo. ¡Podían estar tranquilos en el Valhala
Belicena Villca y todos sus antepasados de la Casa de Tharsis, y los Dioses Liberadores, y
todo aquel Ser espiritual que observase mi conducta!: para mí, el término de la visión mística
señalaba el fin de la experiencia trascendente: ni Yo disponía de un Poder que operase
sobre la Materia, ni deseaba tenerlo. Las Potencias de la Materia no habían conseguido
engañarme esta vez y, posiblemente, nunca volverían a lograrlo.
Estas reflexiones las hacía mientras pasaban los kilómetros velozmente y Salta se abría
generosamente en sus valles y quebradas. “Entre zonas de coloridos y enhiestos picos, se
suceden las cuestas con exuberante vegetación y enmarcadas por rocas de agreste
apariencia, algunas famosas como la del Obispo, un faldeo verdaderamente llamativo
por su desarrollo y variedad de motivos” leí en el mapa que había adquirido en Cerrillos. Ya
me encontraba próximamente a Cafayate, donde planeaba almorzar y adquirir algunos
regalos, especialmente el exquisito vino de la zona. Cuando se realizan viajes improvisados,
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