Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 27
¨El Misterio de Belicena Villca¨
distinguir esas formas e, inclusive, intuir sus significados, si se observan los hechos con la
ayuda del siguiente par de principios. En primer lugar, hay que advertir que los grupos de
Atlantes desembarcados en los continentes luego del “Hundimiento de la Atlántida” no eran
meros sobrevivientes de una catástrofe natural, algo así como simples náufragos, sino
hombres procedentes de una guerra espantosa y total: el Hundimiento de la Atlántida es, en
rigor de la verdad, sólo una consecuencia, el final de una etapa en el desarrollo de un
conflicto, de una Guerra Esencial que comenzó mucho antes, en el Origen extraterrestre del
Espíritu humano, y que aún no ha concluido. Aquellos hombres, entonces, actuaban regidos
por las leyes de la guerra: no efectuaban ningún movimiento que contradijese los principios de
la táctica, que pusiese en peligro la Estrategia de la Guerra Esencial.
La Guerra Esencial es un enfrentamiento de Dioses, un conflicto que comenzó en el Cielo
y luego se extendió a la Tierra, involucrando a los hombres en su curso: en el teatro de
operaciones de la Atlántida sólo se libró una Batalla de la Guerra Esencial; y en el marco de
las fuerzas enfrentadas, los grupos de Atlantes que he mencionado, el blanco y el moreno,
habían intervenido como planificadores o estrategas de su bando respectivo. Es decir, que
ellos no habían sido ni los jefes ni los combatientes directos en la Batalla de la Atlántida: en la
guerra moderna sus funciones serían las propias de los “analistas de Estado Mayor”...; salvo
que aquellos “analistas” no disponían de las elementales computadoras electrónicas
programadas con “juegos de guerra”, como los modernos, sino de
un instrumento
incomparablemente más perfecto y temible: el cerebro humano especializado hasta el extremo
de sus posibilidades. En resumen, cuando se produce el desembarco continental, una fase de
la Guerra Esencial ha terminado: los jefes se han retirado a sus puestos de comando y los
combatientes directos, que han sobrevivido al aniquilamiento mutuo, padecen diversa suerte:
algunos intentan reagruparse y avanzar hacia una vanguardia que ya no existe, otros creen
haber sido abandonados en el frente de batalla, otros huyen en desorden, otros acaban por
extraviarse o terminan olvidando la Guerra Esencial. En resumen, y empleando ahora el
lenguaje con que los Atlantes blancos hablaban a los pueblos continentales, “los Dioses
habían dejado de manifestarse a los hombres porque los hombres habían fallado una vez más:
no resolvieron aquí el conflicto, planteado a escala humana, dejando que el problema
regresase al Cielo y enfrentase nuevamente a los Dioses. Pero los Dioses se habían
enfrentado por razón del hombre, porque unos Dioses querían que el Espíritu del hombre
regresase a su Origen, más allá de las estrellas, mientras que otros pretendían mantenerlo
prisionero en el mundo de la materia”.
Los Atlantes blancos estaban con los Dioses que querían liberar al hombre del Gran
Engaño de la Materia y afirmaban que se había luchado reciamente por alcanzar ese objetivo.
Pero el hombre fue débil y defraudó a sus Dioses Liberadores: permitió que la Estrategia
enemiga ablandase su voluntad y le mantuviese sujeto a la Materia, impidiendo así que la
Estrategia de los Dioses Liberadores consiguiese arrancarlo de la Tierra.
Entonces la Batalla de la Atlántida concluyó y los Dioses se retiraron a sus moradas,
dejando al hombre prisionero de la Tierra pues no fue capaz de comprender su miserable
situación ni dispuso de fuerzas para vencer en la lucha por la libertad espiritual. Pero Ellos no
abandonaron al hombre; simplemente, la Guerra ya no se libraba en la Tierra: un día, si el
hombre voluntariamente reclamaba su lugar en el Cielo, los Dioses Liberadores retornarían
con todo su Poder y una nueva oportunidad de plantear la Batalla sería aprovechada; sería
esta vez la Batalla Final, la última oportunidad antes de que los Dioses regresasen
definitivamente al Origen, más allá de las estrellas; entretanto, los “combatientes directos” por
la libertad del Espíritu que se reorientasen en el teatro de la Guerra, los que recordasen la
Batalla de la Atlántida, los que despertasen del Gran Engaño, o los buscadores del Origen,
deberían librar en la Tierra un durísimo combate personal contra las Fuerzas Demoníacas de
la Materia, es decir, contra fuerzas enemigas abrumadoramente superiores... y vencerlas con
voluntad heroica: sólo así serían admitidos en el “Cuartel General de los Dioses”.
En síntesis, según los Atlantes blancos, “una fase de la Guerra Esencial había finalizado,
los Dioses se retiraron a sus moradas y los combatientes estaban dispersos; pero los Dioses
volverían: lo probaban las presencias atlantes allí, construyendo y preparando la Tierra para la
Batalla Final. En la Atlántida, los Atlantes morenos fueron Sacerdotes que propiciaban un culto
a los Dioses Traidores al Espíritu del hombre; los Atlantes blancos, por el contrario,
27