Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 265
¨El Misterio de Belicena Villca¨
de danzas y de cantos
y que adoren Su Nombre,
pero también desea sangre
pues padre es de sacerdotes,
de sucios pastores y sacrificadores.
Sólo la Sangre Pura
hará brotar al monstruo
de las profundidades.
¡Proceded Hierofantes!
¡Que Isa está dispuesta
a morir en la guerra,
de todos, la primera!
Viajaré por los mundos
donde los muertos velan
los Demonios acechan
y los Dioses esperan.
Me acompañará Kus
a quien todos respetan.
Y en nombre de Nimrod
obligaré a la Bestia
a que abra las Puertas
en bien de nuestra gesta.
¡Proceded Hierofantes
que Isa está dispuesta!
En ese momento tres cosas sucedieron simultáneamente: el Sol llegó a su zenit; la música
cesó de golpe, inundando los oídos de silencio; y de una puñalada certera el Hierofante segó
la vida de la bella Princesa Kassita. El cuchillo de jade degolló limpiamente el cuello níveo por
encima del collar bicéfalo. Dos Iniciados sostuvieron el cuerpo exánime mientras la sangre
caía a borbotones sobre la brillante gema y se introducía en su hendidura uterina, convertida
ahora en ávida garganta. Entonces comenzaron a ocurrir las cosas más maravillosas que ojos
humanos hubieran contemplado desde muchos siglos atrás.
Quienes se hallaban dentro de la torrecilla pudieron contemplar una escena terrorífica: al
caer la sangre se apagó por un instante la luz que emanaba de la Esmeralda, pero luego,
como una saeta, una columna de fuego se elevó raudamente del piso de la torrecilla
envolviendo al pedestal y a la gema. El cuerpo de la Princesa yacía en el suelo, imposible de
ver bajo impenetrables nubes de vapor geoplasmático que, a cada instante, se hacían más
densas. Sin embargo una imagen espectral, con su misma belleza desnuda, podía observarse
claramente junto a la columna de fuego entregada a una especie de forcejeo. El portento
ígneo, que en un primer momento no superaba el espesor de una pata de elefante, era ahora
tan ancho como un círculo de seis hombres. Inicialmente había serpenteado fieramente
semejando un infernal ofidio, pero luego, al expandirse, fue adoptando lentamente la
inconfundible figura del Dragón. Era un Dragón flamígero cuya espantosa imagen se hacía a
cada instante más nítida, en la medida en que aumentaba el forcejeo con el fantasma de la
Princesa Isa.
Conviene aclarar que sólo habían transcurrido unos minutos desde que la Princesa
expirara hasta el momento en que se materializara el monstruo de fuego. Conviene aclararlo
porque a partir de allí todo sucedió demasiado rápido... o quizá los testigos perdieron la noción
del tiempo.
De pronto las fauces de aquella bestia primitiva, aquel Leviatán, Rahab, Behemoth, o
Tehom-Tiamat exhalaron un rugido terrible, al tiempo que una enorme llamarada barría la
estancia consumiendo y carbonizando a numerosos Hierofantes. Sólo los sobrevivientes
pudieron observar el increíble espectáculo de aquella bestia de fuego jineteada por la Iniciada
muerta. La Princesa Isa, su fantasma, había trepado a la cabeza del monstruo sentándose
entre las aletas triangulares del escamado lomo. Esa audaz acción hizo que el monstruo
265