Sólo somos capaces de distinguir la figura
si ésta está bien diferenciada del fondo,
si resulta nítida y bien definida. De no ser
así, el fondo no pasa desapercibido y aleja
nuestro centro de atención de la figura,
convirtiendo la imagen en algo confuso y
muy complejo.
No obstante, no existe figura sin un fondo,
conformando así una totalidad, aunque a
veces el fondo y la figura puedan llegar a
tener la misma importancia. Ésto es algo
que sucede con las “figuras ambiguas“,
explicadas en la Ley de los Contornos
Subjetivos; ilusiones ópticas que completan
en nuestra mente figuras no existentes.
Es el caso del Jarrón de Rubin, en el que
los perfiles y la propia copa pueden actuar
tanto como de fondo como de figura, pero
no al mismo tiempo, y somos nosotros los
que tenemos que otorgarles el rol llevando
a cabo un ejercicio de desambiguación:
Obtenido de http://xurl.es/ctyma—
30