Dióxido de azufre
La principal fuente de emisión de dióxido de azufre a la atmósfera
es la combustión del carbón que contiene azufre. El SO2
resultante de la combustión del azufre se oxida y forma ácido
sulfúrico, H2SO4 un componente de la llamada lluvia ácida que es
nocivo para las plantas, provocando manchas allí donde las gotitas
del ácido han contactado con las hojas.
Contaminantes
de la atmosfera
El SO2 también ataca a los materiales de construcción que suelen
estar formados por minerales carbonatados, como la piedra caliza
o el mármol, formando sustancias solubles en el agua y afectando
a la integridad y la vida de los edificios o esculturas.
La lluvia ácida se forma cuando la humedad en el aire se combina
con el óxido de nitrógeno o el dióxido de azufre emitido por
fábricas, centrales eléctricas y automotores que queman carbón o
aceite. Esta combinación química de gases con el vapor de agua
forma el ácido sulfúrico y los ácidos nítricos, sustancias que caen
en el suelo en forma de precipitación o lluvia ácida.
Los contaminantes que pueden formar la lluvia ácida pueden
recorrer grandes distancias, y los vientos los trasladan miles de
kilómetros antes de precipitarse con el rocío, la llovizna, o lluvia,
el granizo, la nieve o la niebla normales del lugar, que se vuelven
ácidos al combinarse con dichos gases residuales.