De mejor a peor enemigo.
19 de julio de 2018 y la identidad digital seguía y aún sigue siendo un concepto relativamente nuevo en la institución educativa colegio Loyola para la ciencia y la innovación, por lo que no existe ningún precedente real sobre la integración de la tecnología en nuestras vidas diarias, ni sobre cómo distinguir entre quiénes somos en línea y quiénes somos cuando no estamos conectados a la red.
Pero ahora si entremos al tema. No es un secreto que el acoso psicológico entre alumnos a través del uso de internet es un fenómeno que, desgraciadamente, cobra cada vez más fuerza. Se dice que cada 2 de 10 alumnos de la institución han usado sus teléfonos celulares para grabar a sus compañeros en situaciones comprometedoras.
Como es ejemplo a lo que sucedió en el año 2016, en caso de una joven de este plantel, que fue víctima de Ciberbullying por parte de su propio compañero de clases.
Al parecer, todo empezó con una gran amistad entre estos dos muchachos, que para suponer eran mejores amigos, ya que siempre los veía juntos, compartiendo, riendo a carcajada y haciendo cosas así de amigos, al menos eso era lo que trataban de expresar frente a las directivas y demás personal de la institución, ya que se sabe que tras esa grandiosa vida “amistosa” que llevaban, ocultaban otra muy diferente a través de internet.
Los dos estudiantes se prestaban para enviar fotos desnudos, con un fin que aun nadie sabe. Pero lo cierto era que ninguno era consciente de lo que estaba haciendo y las consecuencias que podrían traer este tipo de actos.
Pero esto no duró mucho, puesto a que cada que pasaba el tiempo aquella amistad que conformaban estos dos jóvenes se veía afectada de manera negativa, ya que ahora no los veía juntos, chocaban miradas y hasta se ignoraban. Algunos testimonios dicen que esto pasó gracias a que la amiga al fin había aterrizado y puesto los pies en la tierra, dándose cuenta que lo que estaba haciendo no era para nada bueno y le quiso informar a su amigo. Pero ahí estaba el problema, el joven no quería terminar con esa vida tan atrevida que llevaban, por lo que reaccionó de ma manera.
Se dice que el compañero muy enojado por la decisión de su amiga, decidió lanzarle muchas amenazas, en las que le decía que si no le seguía enviando tal contenido, iba mostrar una de sus fotos a gran parte de la comunidad educativa. La joven muy asustada no le quedó de más que hacer lo que el “amigo” le decía, pues supongo que no quería que tan horrible cosa pasara.
Pasaron dos semanas y todo aparentaba estar bien en el colegio, pues, todos parecían estar felices, a excepción de la víctima, se veía por encima que el miedo y la tristeza abundaban en ella. Y era raro ver a una persona que casi siempre estaba contenta, en un ambiente triste. Esta decía que no sabía en qué estaba pensando cuando decidió enviar aquellas fotos a su supuesto mejor amigo, puesto que a la tercer semana, la víctima se niega a vivir así, tras las amenazas de su compañero, y toma la decisión de dejar de enviarle fotos, pues no quería pasar toda su vida como “esclava”.
Pues ya se imaginaran lo que pasó después. Una de las fotos fue revelada, haciendo escándalos por todo el plantel educativo, haciendo que hasta las directivas se enteraran de ello, puesto a que se trató de tomar medidas lo más rápido posible. Para entonces ya era tarde, pues ya más del 60% de la institución se había enterado, es el Loyola, que más se esperaban.
Después de todo lo que pasó, los alumnos de la institución y sus familiares solicitaron más implicación por parte del centro educativo, soluciones efectivas y una prevención real. Esta responsabilidad pasa por seguir trabajando en la búsqueda de soluciones, en utilizar los recursos y los materiales de sensibilización que están a nuestra disposición, en ser activos a la hora de detectar una situación de acoso y no permitir que ningún estudiante se encuentre solo frente a una situación de ciberbullying.
Hoy agosto de 2018, ni la víctima, ni el acosador se encuentran en la institución, pues, el joven fue expulsado por haber hecho tan terrible acto, y la compañera renunció seguir en el plantel, quizás por pena o miedo ¿Quién sabrá?