Del anhelo a una justicia ambiental y una economía estable.
Hoy en día se habla mucho de la protección del medio ambiente, nos empezamos a dar cuenta de que el planeta ya no aguanta nuestros abusos. Se discute sobre el reciclaje, la economía circular, la preservación de especies y es que notamos que en unos años ya la tierra no será apta para nuestra supervivencia. Empieza la discusión sobre si se nos ofrece el medio ambiente que merecemos y es de ahí de donde surge el término Justicia Ambiental.
Para entenderlo hay que remontarse al pasado a la década de 1980 en Estados Unidos, donde los habitantes de un pueblo llamado Warren crearon un movimiento popular para manifestarse en contra de la colocación de un vertedero de policlorobifenilos, con protestas pacíficas en contra de la decisión gubernamental los ciudadanos, en su mayoría gente de color, peleaban por proteger su derecho a la salud y por consiguiente a un ambiente sano. De acá que se acuñara el término “racismo ambiental” pues la mayoría de estos vertederos eran colocados en zonas de afroamericanos. Es así como se logra incitar a otras comunidades a salir a las calles a exigir el mismo derecho, Ortega y Bennet aseguran que las protestas se reportaron en Los Ángeles, Nueva York y desde Houston hasta Chicago, en las cuales ya no solamente participaban personas de color, sino también agrupaciones hispanas.
Es así cuando el término de justicia ambiental toma mucha más fuerza y acogida, se le consideraba como “la reivindicación de derechos por acciones contaminantes”, además se hacía aún más evidente que era en los lugares de pobreza extrema donde el fenómeno se encontraba con más fuerza.
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