Mi primera publicacion Revista Volumen 3 | Page 19

UNA ORACIÓN ENTRE LAS RUINAS Trencé mis largos cabellos en la tierra del cóndor; monté un demonio mecánico y me lancé con furia hacia la muerte con mis armas. Bebí en totumas el guarapo fermentado con cenizas de las tierras arrasadas y partí al encuentro, con mi rostro tapado, de las ruinas del divino templo de las añoranzas. Pues muertos están ya los duendes, los ángeles y los ancianos mohanes, y se quedó ciego  un antiguo dios por el incandescente brillo de las explosiones, han huido los ocultos dioses y ya no vigilan mis sueños ni me hablan en visiones; desde que machacaron a golpes la luna, y machetearon dementes a los espíritu del bosque, días aciagos que cambiaron nuestra siembra, nuestra vida, nuestra tierra, barbarie incrustada en las parcelas,  en las que solo crecen espinos, buenos para coronar la frente de  los caídos. Me arrodillo y rezo en este paraje devastado, temeroso de que nadie pueda ya escuchar mis oraciones, ¡ qué terrible fue la noche, noche violenta, carnaval de sangre en el que violentamos a los dioses! ¡ Que terrible es esta soledad de las ruinas de la guerra, en la que bebemos cenizas, oramos a los ancestros, y buscamos algo que nos mate o nos reviva!