Mi primera publicacion La Revista del Infante 2018-2019 (3) | Page 26
GANADORES CONCURSO LITERARIO – MODALIDAD MICRORRELATOS
“Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros”
Hola, me presento, mi nombre es Aurora y tengo veintisiete años. ¿Qué seré? ¿Qué soy? ¿Qué
fui? Yo no fui nada, sonará raro, pero tampoco lo soy ni lo seré.
¿Dónde viviré? ¿Dónde vivo? ¿Dónde viví? Yo viví en la nada y sigo y seguiré viviendo en ella.
En mi mundo de la nada solo hay dos cosas, tú y tu corazón. No hay cosas que narran
microrrelatos, ni bolígrafos. Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes ni los pájaros. Estos
seres y objetos no existen en ningún mundo, ni siquiera en el mío, solo son imaginaciones,
imaginaciones que hacen que tu estés leyendo esto.
Hasta la próxima.
Verónica García Hernández (1ºESO A)
El ocaso y la guadaña
El pobre infeliz estaba loco, pues había pasado toda su vida preocupándose por su fin y, en
estos momentos, no es que le fuera mejor: Decía que al borde de la muerte vio dos ángeles,
uno con una lira y otro con una guadaña y que, el primero al tocarle, pudo despertar.
Yo, al contrario que los demás, escuchaba con atención sus historias. Al caer la noche, él volvía
a su casa con miedo diciendo que le observaban en las horas más oscuras para llevárselo; por
lo que un sábado, al atardecer, decidí acompañarle. Cuando cruzábamos una calle, un árbol
cayó por la fuerza del viento y aplastó al pobre infeliz. Mientras intentaba aferrarse a sus
últimos momentos de vida, saqué un reloj de arena cuyo último grano cayó justo cuando su
cuerpo quedó inerte.
Taché su nombre de la lista y me dirigí al reino del ocaso con mi guadaña.
Ana Ros Torralba (3º ESO B)
En búsqueda de la Verdad
Cuando era pequeño no quería ser bombero ni astronauta. Quería encontrar la
Verdad. Quería tener la respuesta a todo. Busqué la Verdad por el patio de mi casa, entre los
pupitres de la escuela, debajo del cojín de mi perro. No la encontré.
Mi madre me dijo su verdad y mi padre la suya. No coincidían. Yo seguía sin tener
todas las respuestas que tanto ansiaba.
Seguí buscando desesperadamente durante mi juventud. Un día, paseando por un
escarpado monte, me encontré con dos ancianos de rostro amable. Quizá ellos, con su
experiencia, me dirían la Verdad. ‘’La Verdad no existe’’. Confirmaron mis peores temores.
Cuando me lo dijeron, sentí el frío de una hoja de acero en las entrañas.
En el camino de regreso, comprendí a aquellos ancianos. No existe una única Verdad.
No todo es blanco o negro: existe el gris, el azul y el violeta. Había dedicado toda una vida a
una búsqueda sin sentido. Decidí cambiar. Ya no quería encontrar la Verdad; quería
coleccionar verdades.
María salmerón (2ºBACH A)