Mi primera publicacion La Revista del Infante 2018-2019 (3) | Page 31
Un 18 de enero de 2017, de repente, empezamos a ver por las ventanas que algo caía
del cielo, para nuestra sorpresa, era nieve. Fue un momento tan especial, ya que vivimos en
Murcia, que todos los profesores nos dieron permiso para bajar al patio para poder disfrutar de
la nieve (que de nieve tenía poco). Todos, incluso los profesores, por un momento volvimos a
ser niños. Nos hicimos mil fotos, sacábamos la lengua para ver a qué sabía, intentamos coger
nieve de donde no había para tirárnosla entre nosotros…
También queremos hablar un poco de los profesores que hemos tenido, daros las
gracias por la paciencia y por vernos crecer, tanto física como personalmente, por hacer que
nos acabase gustando e interesando vuestra asignatura, incluso las que más odiábamos.Por las
manchas de tiza, los gritos, las broncas, las risas, los momentos de tensión como las entregas
de notas, los contratiempos con los proyectores y el conocido “¿Alguien sabe cómo va esto?”
refiriéndose a cualquier problema con el ordenador. Nos quedamos con cosas icónicas de cada
asignatura como las películas en religión, los poemas en lengua, los comentarios de texto en
historia, las integrales en matemáticas, las fábulas de griego, los writings de inglés y las
séptimas horas de investigación.
Por otro lado, a lo largo de todos estos años, rompiendo con la rutina, hemos hecho
varios viajes. Los primeros fueron excursiones a otros lugares de la región como son Moratalla
y Caravaca, donde estuvimos en contacto con la naturaleza. Después, algunos conocimos
mundo por primera vez, con el viaje de
Broadstairs, con las profesoras de
inglés, siempre con su estilo propio, y
con el viaje a Doué, donde realizamos
un intercambio con franceses de
nuestra edad, y nos permitió conocer
una cultura diferente y hacer buenas
amistades. En Toledo y Madrid, que ya
estábamos en tercero‐cuarto, empezó
a gustarnos más la marcha, lo que fue
seguido de los “consejos cariñosos” de
Carmen Belmonte y Paco García de no liarla en las habitaciones. Aquí desarrollamos nuestras
cualidades como supervivientes, cuando estábamos veinte personas en habitaciones de cuatro,
y en el momento que sonaba la puerta nos escondíamos donde podíamos. No todo fue fiesta,
vimos lugares emblemáticos de nuestro país como la plaza de Zocodover y la Catedral en
Toledo, o la plaza del Sol, la Almudena, el Prado y el paseo de la Castellana.
Ya en bachiller, Andorra, con José Tomás, Velasco y Eloisa, donde después de siete
horas de autobús, llegamos a la frontera, en la cual nos esperaba la nieve. Las mañanas las
empezábamos preparándonos para esquiar, poniéndonos las insufribles botas, que todos
pensábamos que los argentinos nos habían dado una talla equivocada. Mientras algunos el
primer día ya se tiraban por las cuestas rojas, otros como nosotros no llegaron a tirarse por las
azules o bajábamos todas las cuestas haciendo cuña. Luego llegaban nuestras queridas noches,
donde vimos que se podía sobrevivir durmiendo menos de tres horas tras haber estado de
habitación en habitación toda la noche. Pero en especial, tenemos que recalcar la última
noche, donde algunos de nosotros salimos a explorar Andorra.