Hay una estrategia política global para el gobierno mundial. El objetivo de esta estrategia es producir la más grande fragmentación posible de fuerzas potencialmente hostiles al sistema apadrinando la atomización de las formas estatales de organización de la sociedad. Se da así la bienvenida a la posibilidad de manipular demandas basadas en las identidades separadas. La cuestión de la identidad -étnica, religiosa, o de cualquier otra clase- es por eso uno de los problemas centrales de nuestro tiempo.