Mi primera publicacion Imago Agenda 204 | Page 26

LETRA VIVA LIBROS | Av. Coronel Díaz 1837 | Ecuador 618 | Buenos Aires, Argentina | Telefax 4825-9034 | www.imagoagenda.com masas, incluido el llamado “progresismo” bien pensan- te, tienen su correspondiente anhelo del padre; todas, por su parte dividen y segregan. Que el frente progresista sea preferible al frente na- cional, eso es algo obvio; pero la unificación democrá- tica también alberga su hue- vo de la serpiente. Caer so- bre el populismo sin interro- gar el lugar, digamos, liberal donde se ubica la oposición, es un modo de ocultar la res- ponsabilidad del psicoana- lista arrastrado, como todo el mundo, por las corrien- tes espontáneas de la vida social. El progresismo está en una encerrona porque la inmigración también es un problema para él: el temor frente a una lengua extraña, unas conductas sospechosas, por más que la buena con- ciencia presione para libe- rarse de prejuicios, es algo en común con el cerril con- servadorismo, cerril y brutal, del Frente Nacional. Pero este Frente es un es- pejo deformado, sin duda, de encrucijadas que el progresis- mo no ha sabido sortear. Las instituciones psicoanalíticas bailan al compás del mundo. La jauría marcha a paso mi- litar, izquierda, derecha, al frente, marchen, como diría el final pantagruélico de Ber- lin Alexnderplatz de Döblin. Pavonearse con ciertas no- ciones sin duda ciertas de Freud, encubre una conduc- ta que pone a las institucio- nes psicoanalíticas del mismo lado que la ya vetusta univer- sidad, encerrada en su cerco ideológico.  _________________ 1. En su Esquema del psicoanálisis (1938) escribió Freud: “El punto de partida para esta indagación lo da el hecho de la consciencia, hecho sin parangón, que desafía todo intento de explicarlo y des- cribirlo. Y, sin embargo, si uno habla de consciencia, sabe de manera inmediata y por su ex- periencia personal más genuina, lo que se mienta con ello.” Parece repetir lo que San Agus- tín dijo del tiempo: si no pienso en él, sé perfectamente de qué se trata; si intento pensarlo, ya no sé qué pensar. Universidad y Psicoanálisis Psicoanálisis-Universidad, su política Escribe Amelia Haydée Imbriano [email protected] El discurso es el ejercicio de un poder: Des- de Freud, la trayectoria del psicoanálisis, ha de- mostrado que se trata de un discurso, cuestión que no le pasó inadvertida. Todo discurso impli- ca el ejercicio de un poder, una praxis política, y en particular –así como gobernar y educar– un ejercicio “imposible”. La referencia freudia- na a su llegada a los Estados Unidos, “No sa- ben que les traemos la peste”, nos ofrece uno de los tantos rastros de sus efectos. El más im- portante, justamente, es tratarse de un ejerci- cio imposible, pues eso implica que no cesa de no inscribirse. O sea, es un discurso que insiste sin cesar, que resiste a los avatares del sujeto y el presunto mundo. Nos expresamos en térmi- nos de “presunto” respecto del mundo porque desde su etimología significa “limpio” y justa- mente, por el efecto de discurso, se constituye como “in-mundo” por las manipulaciones de la política implicada. “Se define discurso como la organiza- ción de la comunicación, principalmente del lenguaje, específica de las relaciones del sujeto con los significantes, y con el ob- jeto, que son determinantes […] y reglan las formas de lazo social […] El psicoaná- lisis coloca acento no en una subjetividad, sino en su sujetamiento, entendiendo por ello lo que puede determinar a un sujeto, producirlo, causarlo, o sea, su historia, y, más precisamente, la historia de un decir, el que estaba ya antes incluso de su nacimien- to en el discurso de sus padres, el que des- de su nacimiento no cesa de acompañarlo y de orientar su vida en un ‘tú eres eso’”.(1) ¿Eso? ¿Un objeto? ¿Qué tipo de objeto? Es un objeto tan especial que, de todos los entes del mundo, es el único que se pregunta por su ontología, y en esa interrogación provoca las in-mundicias, se produce como barroso y quien se articula en el lazo social, se embarra. O sea, se humaniza (humus = barro). Lacan ha referido: “antes de toda formación el sujeto, de un sujeto que piensa, que se sitúa en él –algo cuenta, es contado, y en ese conta- do ya está el contador–. Sólo después el suje- to ha de reconocerse en él, y ha de reconocer- se como contador”.(2) Y, aquel que puede reconocerse como “con- 26 | Imago Agenda | N° 204 | Verano 2018 tador” es quien se implica en una política preguntándose: ¿Qué quiere el Otro de mí? ¿Qué me quiere el Otro? ¿Puede perderme? Como el Otro no puede otorgar la respues- ta, comprobamos la tesis lacaniana respecto que el sujeto no es sin los significantes del Otro (alienación), y que a la vez, no es nin- gún significante del Otro (separación). Así las cosas, emerge una constitución implicada en una política: el deseo del hombre es el deseo del Otro, desde lo cual se entiende que el sujeto quiere ser objeto del deseo del Otro y objeto de reconocimiento también. Es el deseo del Otro, y si bien se constituye a partir del Otro, en el in- tento construye una falta articulada: sujeto en tanto que dividido, objeto en tanto que perdi- do. Y, ¡así se constituye una política del deseo! En el Siglo XXI asistimos a un mundo lleno de gadgets que se ofrecen como complementa- rios para el sujeto, y estamos muy comprome- tidos en pensar que el discurso que hemos de- nominado “de gestión capitalista” dificulta ese espacio de falta en el sujeto que le permita la construcción del deseo. La omnipresencia del Otro en la sociedad contemporánea, conjunta- mente con un padre culturalmente en declive, sustituido por un amo multinacional, genera una transformación de la legitimidad del dis- curso, una variación en la constitución subje- tiva que queda de manifiesto en las dificulta- des para trasmitir la ley, para organizar la me- táfora jurídica, para organizar el lazo social en los marcos de la institucionalización. Hoy cree- mos que somos ciudadanos del mundo, y acu- mulando nuestras inmundicias, hacemos cami- nos en andares que transforman lo ilegítimo en legítimo. De este modo, el discurso realiza una gestión en donde el significante amo dirige la verdad, la construye de acuerdo a su ambición. Si nos referimos a “gestión” es porque consi- deramos que se trata de una dirección de fun- ciones, lo cual siempre implica el ejercicio de un poder. En el caso del discurso capitalista, que hemos denominado “de gestión comer- cialista”, un agente interviene sobre la verdad modificándola a su servicio, intentando “con- juntarla” (armonizar los elementos de un con- junto para aumentar su eficacia) con el plus de goce(3). Por un lado, su efecto es el empuje a la desmesura, o sea, a esa pulsión que no en- cuentra la medida adecuada. En la Conferen- cia de Milán, Lacan reflexionará sobre el mis- mo haciendo referencia al rechazo a la castra- ción que implica (4). Lo cual no es sin conse- cuencias, tales como la construcción de un ído- lo humano, en donde el sujeto se cree autor de su discurso desconociendo su fundamento,