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Universidad y Psicoanálisis
Psicoanálisis extraterritorial
Escribe
Santiago Thompson
[email protected]
L
a Facultad de Psicología de la UBA, progresivamente, se
ha convertido en la principal usina de producción en psi-
coanálisis de nuestro país. Tal fenómeno está sustentado
al crecimiento que ha tenido, en los últimos años, el campo de
la investigación en la facultad. Crecimiento que tiene su base
en financiamiento estatal que ha recibido la UBA a partir de
2004. Las maestrías y doctorados fueron beneficiadas en los
últimos años con una inyección de recursos en función de un
aceitado sistema de becas ligadas a los proyectos de investiga-
ción UBACyT. Las jornadas que anualmente organiza el Insti-
tuto de Investigaciones han alcanzado el estatuto de congre-
so internacional en la última década. El prestigio de la facul-
tad la convierte en un lugar de formación de posgrado elegido
por muchos profesionales en Latinoamérica.
Los proyectos de investigación que tienen sede en la facultad
son lugares fecundos para la producción, y promueven becarios
cuyas tesis en muchos casos han devenido libro. Publicaciones
notables, como Sinthome de Fabián Schejtman y La libertad en
psicoanálisis de Gabriel Lombardi, son tributarias del trabajo
de los equipos de investigación. Entre los escritos de los beca-
rios están los primeros libros de Pablo Muñoz, Lujan Iuale y
quien suscribe. La articulación misma entre psicoanálisis e in-
vestigación en el marco de la UBA, fue objeto de investigación
–remito aquí al destacado trabajo del equipo dirigido por Cla-
ra Azaretto, plasmado en el libro Investigar en Psicoanálisis–.
Como el lector adivina, entiendo que el lazo entre colegas
que tiene lugar en nuestra facultad responde menos al discur-
so universitario, es decir, la reproducción de lo que ya se sabe,
de lo que cabría suponer. Tal reproducción es más frecuente en
las instituciones de psicoanálisis dominadas por una figura que
centraliza las transferencias, fija la agenda de la comunidad y
establece los márgenes de lo decible. Mientras que, en la uni-
versidad, la sobredeterminación a la que están sujetos los in-
vestigadores –cátedra de pertenencia, atravesamientos institu-
cionales externos, requerimientos formales, criterios de los ju-
rados– da lugar a producciones originales. El número y la ca-
lidad de los libros elaborados a partir de tesis de posgrado ha-
blan por sí solos. Las instituciones analíticas mejor orientadas
hoy aprenden de lo que sucede en la universidad. El lugar ex-
traterritorial que tiene el psicoanálisis en una facultad de psi-
cología (no de psicoanálisis) se ha convertido en el sitio más
propicio para la formalización de la práctica. Las tensiones que
producen otros discursos y los atravesamientos institucionales
no han devenido obstáculos insalvables, sino que por el con-
trario han dado lugar a un esfuerzo de formalización. La oscu-
ridad de una enseñanza sostenida en el saber supuesto ha de-
jado su lugar a una lógica signada por el saber expuesto. Por
eso las producciones surgidas en la UBA circulan: dejan de lado
la enunciación oracular, la opacidad lacaniana (sólo tolerable
si el que habla es... Lacan) y procuran claridad en la transmi-
sión. Lo que entusiasma de la inserción del psicoanálisis en la
universidad es su proyección. Mientras algunas instituciones
siguen ancladas a un clasicismo acrítico que pone en peligro la
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vitalidad del psicoanálisis, la universidad desafía a los analistas
para sostener su lugar en un ámbito extraterritorial.
El psicoanálisis en la universidad se ramifica, se hace red,
con figuras destacadas, pero que no se erigen como líderes ca-
rismáticos... sino que son objeto de cuestionamiento constan-
te. La república de la UBA, con todas sus imperfecciones, in-
ternas políticas, etc., parece ser el mejor lugar para que el psi-
coanálisis siga teniendo la oportunidad de dar un paso más. No
pienso la universidad como un lugar de bienestar, sino, por el
contrario, como un sitio donde el malestar es productivo. No
exento de injusticias y desigualdades. Me interesa aquí subra-
yar que incluirse dentro del campo de la investigación en la
facultad exige del psicoanálisis y los analistas un esfuerzo en
la transmisión y la formalización –¡incluso un esfuerzo en los
plazos!– que tiene como efecto publicaciones incitantes. Quie-
nes tuvimos la posibilidad de trabajar en el marco de un equi-
po de investigación, y de transitar las instancias de posgrado,
hemos aprendido de metodólogos e investigadores en el campo
de la psicología experimental, entre otros. Aportes que airean
la comunidad de analistas. Incluso el pasaje por la burocracia
universitaria, lejos de achatar las producciones, ha dado lugar
a esfuerzos de precisión. Las tesinas de grado constituyen una
buena ocasión para el intercambio entre docentes y alumnos,
donde se abre la oportunidad de dar lugar a algunas ideas in-
novadoras: mientras escribo esto estoy trabajando en la tuto-
ría de una tesina dedicada a la expectativa angustiosa en los
intercambios por WhatsApp.
Es cierto que la burocracia universitaria da lugar a también
a “la fábrica de papers” de escaso valor. Las revistas publicadas
por el Instituto de Investigaciones, si bien suman más de lo que
restan, siguen sin estar a la altura del prestigio de la UBA, por
estar más orientadas a brindarles a los investigadores la po-
sibilidad de publicar que dirigidas a captar el interés del pú-
blico. El resultado es entonces desparejo y no redunda en una
edición atractiva en su conjunto, siendo su destino el archivo.
Entiendo que nuestra facultad está en condiciones de producir
una revista psicoanalítica de excelencia, que esté a la altura de
las mejores publicaciones del ámbito académico.
La formalización de conceptos: Investigar de acuerdo a los
parámetros que imponen los criterios científicos implica forma-
lizar la experiencia. El esfuerzo de formalización no es ajeno al
psicoanálisis. Por el contrario, es inherente a las producciones
de Freud y Lacan. Textos fundadores como La interpretación de
los sueños sin ir más lejos, responden al formato de una tesis.
Que la experiencia clínica nos confronte con un real que no
cesa de no escribirse, no implica que el psicoanálisis sea una
práctica inefable e inaprehensible, ni nos releva de la precisión
conceptual. Lacan afirma –en la frase que inaugura su escri-
to “Subversión del sujeto…”– que “una estructura es constitu-
yente de la praxis llamada psicoanálisis”. Estructura que inclu-
ye un elemento faltante, que es un conjunto covariable de ele-
mentos. Toda su enseñanza está signada por intentos de for-
malizar esa estructura: los esquemas, el grafo, los matemas,
los discursos, las figuras topológicas, los nudos.
La investigación psicoanalítica en el marco de la universidad
dio lugar a esfuerzos de formalización y desambiguación dignos
de ser destacados. Mientras que algunas publicaciones por fuera
de la universidad padecen en ocasiones de una inconsistencia tri-