Mi primera publicacion Catálogo de Pensar coas mans | Page 72

LA CESTERÍA MARINERA En el litoral los cestos también eran un elemento auxiliar fundamental, aunque muchas veces su uso no era exclusivo para las faenas del mar. Normalmente, los cestos se empleaban también para las labores del campo, el vino, especialmente la de 16 litros, que recibía el nombre de ola. Con la misma técnica se hacían también embudos para trasvasar el vino de un recipiente a otro de boca más estrecha. De cestería era también el recubri- miento de varas o tiras de mimbre que protegía las botellas y garrafones de vidrio en los que se conservaban y transportaban el vino, el aguardiente y el resto de licores. En el mundo rural las técnicas cesteras no solo se empleaban para elaborar cestos y recipientes; en el paisaje agrícola la cestería tam- bién hacía su aparición en los singulares canastros, cabazos o cabaceiros, hórreos de forma troncocónica donde se guardaba el maíz. Se componían de una cámara de varas tejidas colocada sobre una estructura de madera que se asentaba sobre unos pies de piedra. En la parte inferior de la cámara llevaban una pequeña abertura cerrada con una tabla y en la superior rema- taban con una cubierta de paja. El empleo de la paja de centeno como elemento de cubrición, que ya aparece documentado en la cultura castreña, es también frecuente en nuestra arquitectura popular. Todavía hoy en Os Ancares se conservan pallozas y construcciones anexas con estas vistosas cubiertas cónicas en las que el colmo va atado a la estructura de madera del techo, formando hileras superpuestas desde abajo hacia la cúspide. Con la técnica de la cestería de corres se elaboraba el canizo o atabladera, un apero de forma rectangular hecho de un tejido de varas grue- sas, resistentes y poco flexibles y que se utilizaba para alisar la tierra arada. También recibía el nombre de canizo o zarzo, por estar hecho del mismo modo y material, la estructura de ramas tejidas con la que se levantaban divisiones y cercas en las fincas. Había, además, el canizo o adral de los carros, formado por una o dos piezas que se colocaban entre las estacas, a ambos lados del lecho del carro [FIG. 3] , con la finalidad de evitar que cayera la carga. Por último, en el cuidado del ganado también se usaban piezas hechas con la técnica de la cestería. En los morros de las vacas y de los bueyes, para que no comiesen cuando estaban tirando del arado, se colo- caba el vetillo o bozal, una pieza de forma semiesférica que podía estar tejida con vergas, con varas o con ambas combinadas. A las vacas que iban a parir o que acababan de hacerlo se las protegía de la intemperie y de la lluvia echándoles sobre el lomo una estera o manta confeccionada con jun- cias y con la misma técnica con la que se elaboraban las corozas. Otra pieza relacionada con los animales era la jaula, pajarera o piteira, una especie de cesta circular de mimbre, cerrada por la parte superior y con una pequeña puerta en la inferior, donde se acostaba la gallina clueca.