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LA CESTERÍA AGRÍCOLA
Los cestos y cestas eran un elemento auxiliar imprescindible en las labores
del campo y estaban presentes durante todo el ciclo agrícola, desde el ester-
colado de la tierra hasta la cosecha de los diferentes productos. En la pre-
paración de los campos, para transportar el estiércol desde las cuadras a las
tierras de labor no se usaba un cesto concreto, sino que más bien se echaba
mano de aquellos más viejos y que estaban en peor estado. Durante la
siembra, se utilizaban los cestos para semillas, generalmente con un asa en
aro para llevarlos colgados del brazo y de tejido muy tupido para evitar que
se derramase el grano; para esta faena eran muy apreciados los cestos de
paja debido a lo apretado de su tejido. La cosecha de maíz, patatas, hierba
y productos de la huerta, así como la recolección de los árboles frutales, se
llevaba a cabo siempre en cestos que no tenían una forma ni un tamaño
específico y que podían estar hechos de cualquier material y técnica, depen-
diendo de la zona. Estos mismos cestos y cestas servían también para llevar
a vender a las ferias y mercados los excedentes de la producción agrícola.
En algunas comarcas orensanas empleaban el cabás o cesto carrá o carral,
hecho de vergas, con paredes altas y de forma troncocónica, que se colo-
caba en el carro para transportar las patatas, el maíz o la uva.
Entre los cestos agrícolas, cabe destacar las cestas de madeira
rachada empleadas durante la vendimia en la comarca de O Ribeiro. En las
labores de recolección de las uvas, los racimos se metían en las cestas, que
eran más pequeñas, y luego en los cestos, de tamaño intermedio, para final-
mente vaciarlos en el coleiro y transportarlos hasta el carro. El coleiro es el
cesto más característico de esta comarca, con su peculiar silueta, cuadrada
en la mitad inferior y en forma de embudo en la superior, con una boca muy
ancha y redonda. De gran capacidad, los coleiros podían llegar a cargar de
80 a 90 kilos, que eran llevados por una sola persona, que cargaba el coleiro
a la espalda. Para ayudar a distribuir la carga y para amortiguar su peso,
se llevaba el fulleiro, un mulido o rodete de paja, con una ancha trenza del
mismo material, que se colocaba en la frente, dejándolo caer por detrás de
la cabeza a la altura de los hombros para que el coleiro descanse sobre él.
Estos rodetes se confeccionaban principalmente en los alrededores de O
Carballiño.
Otras piezas singulares de nuestra cestería, relacionadas con el
mundo del vino, son las jarras y ollas. Estaban hechas con una estructura
de vergas de roble, castaño o sauce, tejidas con tiras de mimbre e imper-
meabilizadas en su interior con pez. Se fabricaban de diferentes tamaños:
las más pequeñas eran para contener y servir el vino en la taberna o incluso
en la casa; las más grandes se utilizaban en las bodegas como medida para
y en la indumentaria. No obstante, debemos tener en cuenta que, a lo largo
de su vida útil, la mayoría de los cestos se destinaban a diferentes usos y,
normalmente, no existía un cesto para cada cosa, sino que se usaban para
lo que fuera menester en cada momento.