Mi primera publicacion Catálogo de Pensar coas mans | Page 36

LA CERÁMICA Desde el Paleolítico encontramos figuras de barro con representación antro- pomorfa —las denominadas venus prehistóricas— e incluso alguna animal, con una finalidad entre lo mágico y lo ritual, pero no existen restos simila- res para el caso gallego. No obstante, es necesario tener en cuenta que la utilización del barro no se vincula solo a su uso como contenedor, sino que también alude a ritos o a usos votivos que participarían de una interpreta- ción similar a las pinturas rupestres o a los grabados incisos en piedra. Es indudable que los restos cerámicos utilitarios son los más numerosos en las excavaciones arqueológicas de todos los yacimientos posteriores al Neolítico, algo especialmente destacado en los datados en la Edad del Hierro en Galicia8. Gracias a la alfarería castreña sabemos dónde y cómo se almacenaba el cereal, el líquido o incluso que la comida tal vez se dispusiese en recipientes colectivos tipo fuentes. Conocemos, gracias a estos hallazgos y sus estudios, las zonas de mayor desarrollo cerámico, como son las Rías Baixas y las cuencas media e inferior del Miño, más per- meables a contactos exteriores. Los recipientes más utilizados eran ollas, tarteras, vasos… incluso se conocen tapaderas9. Son recipientes panzudos en la parte inferior y, nor- malmente, con reborde en resalte. Las decoraciones son geometrizantes, a modo de espinas de pez, esvásticas... Estos motivos adquieren más plastici- dad y naturalismo con la llegada de la influencia romana. La cerámica comienza a trabajarse solo con las manos y son los avances tecnológicos los que favorecen su mejora y evolución, con la apari- ción del torno y el horno. Se produce una gran evolución y contaminación de formas y motivos ornamentales con la llegada de Roma, desde las ánforas o dolia para el vino hasta las vajillas sigillatas de color rojizo. Verónica propia cestería viva que describen las miniaturas, con independencia de las reconocidas influencias del entrelazo atlántico. La cestería aparece reitera- damente como elemento decorativo de la retablística tardomedieval. Con el paso del tiempo, la cestería conseguirá una mayor dis- tribución comercial como elemento de porte en las ferias y mercados, especialmente en las primeras décadas del siglo xx, momento en el que se producirá mucha cestería del mar materializada en la célebres patelas para el pescado. La cestería tradicional está ligada a la vez a los recipientes para los oficios (zapateros, carpinteros…) e incluso a la propia venta de la cerámica, pues se utilizaban cestos especiales para llevar los ‘cacharros’ de los oleiros (alfareros) a las ferias. Los archivos fotográficos del siglo xx conservan retratos de cesteros y cesteras, de mujeres camino de los merca- dos o en las ferias. Algunas de estas fotografías documentales e históricas acompañarán a las piezas de cestería en la exposición. Estos contenedores de mimbre y madera sufrirán un gran declive con la llegada del plástico, algo que se trasmitió al oficio y los artesanos cesteros, en un momento en el que se hace muy difícil garantizar su continuidad.