Mi primera publicacion Catálogo de Pensar coas mans | Page 274
Martínez
Petrus Christus antes citado), incluso la Inquisición2, con su proceder dis-
creto y sombrío, no tarda en ejercer influencia sobre el poder político, suce-
diéndose las pragmáticas que restringen el uso y labor de este artesanado.
Una pragmática legislativa de 1601 promueve un inventario de bienes de
esta naturaleza «para evitar el espolio fuera del país y también para limitar
el trabajo de los plateros para evitar la quiebra...».3 Deben declarar en este
documento la plata que es propia y ajena, con licencia para vender la elabo-
rada y la prohibición ex professo de comprar.
Las formas se vieron también condicionadas en cuanto que solo
se permitió fabricar y usar aquellas que tuviesen una referencia religiosa,
cívico-militar o mezcla de ambas cosas. Esta austeridad impuesta por la
ideología religiosa alterará profundamente la labor de los trabajos de toda la
orfebrería, tanto la suntuaria como la tradicional.
En este marco habían aparecido gemas «tótem», es decir, tolera-
das para los nuevos usos, con doble valor decorativo y simbólico-religioso.
Los granates, una gema abundante en Europa, aparecen consagrados como
representantes de la sangre de Cristo. Sus piedras, talladas en cabujón, es
decir, sin planos y cercanas a medias esferas, adoptan una imagen como de
gotas de sangre coagulada y pasan a ocupar la representación icónica de
la sangre de Cristo. Relicarios así adornados darán pie a nuestros «sapos»:
el colgante gallego barroco por excelencia, que se vertebrará en diferentes
formatos y dispondrá de medias esferas en metal «imitando» los granates
de las joyas suntuarias en oro.
La aportación de los sobredorados, baños de oro sobre plata o
metal, será otro componente decisivo para el espectacular desarrollo de
esta orfebrería menor. El mercurio disuelve el oro puro previamente molido y
en ese baño se sumerge el objeto de plata hasta ser impregnado por aque-
lla amalgama. Una vez fuera, se le aplica calor, el mercurio se evapora y el
oro se fija sobre la superficie de la plata de manera definitiva. Esta práctica,
extraordinariamente lesiva para la salud del orfebre, se hará extensiva en el
periodo de desarrollo de esta orfebrería.
El trabajo llamado de ‘filigrana’, es decir, tratamiento de finos
hilos de plata con pequeñas bolitas, especialidad vinculada al mundo árabe,
propone ejemplos innovadores y abiertos a la disposición creativa de nues-
tros artistas orfebres. El hilo de oro y plata era tratado habitualmente para
la vestimenta litúrgica desde tiempos antiguos por el gremio de brosladores
que, según documentos a los que hemos tenido acceso4, gozó de amplia
presencia en la ciudad del Apóstol. Esta conjunción no hizo más que favore-
cer estos trabajos hasta el nivel que hoy conocemos.
La excelencia del artesanado barroco y rococó del siglo xviii se
sumó a esta euforia creativa y mantuvo en la orfebrería muchos patrones pro-
pios de la carpintería, retablismo y ebanistería. La verticalidad, el dinamismo
de las formas, decoraciones de paños y filacterias, cintas y motivos vegeta-
les y organicistas… fueron elementos reconocibles en la orfebrería desde el
periodo Barroco. En el rococó destacó la ampliación de formatos desde las