Mi primera publicacion Catálogo de Pensar coas mans | Page 42

Verónica femeninas o masculinas. Un ejemplo claro estaría en el ‘torques’, adorno de cuello vinculado al guerrero castreño, que aparece también en representa- ciones femeninas, por lo que se abre una nueva lectura de género no for- mulada por los análisis arqueológicos tradicionales. En el caso de la joyería castreña es necesario resaltar que sus joyas no van a encontrar continuidad en usos o en motivos decorativos: los torques, brazaletes, diademas y arra- cadas… dejan de elaborarse con las premisas de sus primitivas característi- cas y van decayendo conforme Roma se establece. Podemos ver en la exposición tipologías como los torques, los brazaletes, las arracadas —especialmente destacada es la presencia de la arracada del Tesoro de Recouso— y analizar la influencia de estas tipologías y sus motivos decorativos en la orfebrería moderna. La pronta aparición de joyas en azabache, ya en el período castreño-romano, constituye la prueba del antiguo uso de esta piedra, que va a resultar fundamental para el con- texto gallego, especialmente el compostelano. Conservamos pocos restos de joyería medieval, algún anillo, brazalete, diadema… pero fuertemente ligados al estamento eclesiástico y nobiliario, cuando Santiago de Compostela se va a convertir en un centro de orfebrería y azabachero de primer orden debido al auge de la peregrinación. No encontramos apenas joyas en la esfera de lo privado en ese contexto medieval, ni tampoco aquellas que aluden al mundo femenino más allá de los ejemplos en las representaciones de miniaturas o la estatuaria. La joya tradicional sí se va a desarrollar básicamente en el entorno femenino, pero inspirada en las joyas cultas del ámbito eclesiástico que se dirigirán ahora a una burguesía enraizada en lo rural, o a un campesinado que en ciertos momentos experimenta una mejorada economía y puede consumir este tipo de piezas que pasan de generación en generación entre las mujeres de una misma familia. La influencia suntuaria, derivada del vínculo de la joyería medieval con el clero y la nobleza, va a ser clara. A partir del siglo xv se va a conformar lo que se puede encuadrar dentro una joyería tradicional gallega que hasta el siglo xx no abandonará el influjo religioso. Las tipologías de la joyería tradicional abarcan diferentes formas de adorno: pendientes o brincos (pendientes largos), colgantes (pendentifes, que dieron lugar al célebre sapo), broches… Además, comprobamos que son los centros urbanos o de concentración de población los que producen joyas en oro y plata; entre ellos destacan claramente lugares como Santiago de Compostela. Como argumenta el especialista Fernando M. Vilanova en sus estudios13, la joyería tradicional va paralela al adorno, pero también a la devoción, marcada por la moral y las restricciones que la propia Corona establece a partir del siglo xvi para los metales preciosos, ya que legislará en determinados momentos históricos sobre la cantidad de oro o plata que los joyeros podían comprar para restringir la fabricación de ornamento y solo producir piezas devocionales. Esa devoción o la atribución de un carácter apotropaico e inhe- rente al oro y a la plata, así como las propias características de estos