Mi primera publicacion Catálogo de Pensar coas mans | Page 34

Verónica las técnicas y tipologías de esta artesanía. El importante conjunto de ceste- ría de esparto del Neolítico final procedente de la Cueva de los Murciélagos en Granada nos muestra restos de cestos y sandalias que evidencian la antigüedad de esta técnica; enmarcados en el Neolítico también se encuen- tran vestigios de objetos de fibras naturales en la actual Cataluña y todo el Levante. Ya en la Edad del Hierro se descubren restos de cestos vege- tales trenzados en la aragonesa Cueva del Moro de Alíns y en el siglo i en Río Tinto, Huelva, destaca el hallazgo de grandes cestas con refuerzos de madera para sacar agua. Se puede asegurar que el trabajo con la cestería sería una práctica común y habitual, como así lo reflejan los estudios arqueológicos y etnográficos, pero esos hallazgos, casi inexistentes como se ha señalado, no son posibles por la propia condición orgánica del material y las caracterís- ticas del suelo gallego, en el que la humedad destruye la materia orgánica. En la exposición se cuenta con la excepcional presencia de los restos de un cesto calcinado del s. ii a. c., lo que se convierte en un hito arqueológico que atestigua la realidad de esta artesanía en período protohistórico gallego. A esta pieza se suma la presencia de un rastrelo o cuchillo de la época para trabajar las varas de madera y prepararlas para el entrelazo vegetal. Con el paso del tiempo, ya en el Medievo europeo e hispano, tenemos referencias a la cestería a través del arte. La miniatura medieval refleja una referencia a la llamada cestería viva, el trabajo con los mimbres o las fibras vegetales directamente plantadas en la tierra como elemento de cierre o de ordenación de huertos o de engalanamiento de las plantas, el denominado hortus conclusus, una práctica común en toda Europa. Este recurso natural representado en el arte y la literatura medievales es uti- lizado posteriormente por los artesanos de una manera directa e innata, recurriendo a la materia que le proporcionan la madera y los juncos circun- dantes, ligada al trabajo agrícola y al contexto doméstico. La cestería como elemento arquitectónico, bien viva, bien seca, fue utilizada para dividir los campos y las huertas gallegas, pero también en otros terrenos y usos. Existen estudios arqueológicos recientes en los que se produce un importante descubrimiento de unas estructuras a modo de paramentos en las salinas del Arenal en Vigo6, datadas en época romana, que documentan ese recurso de la cestería en construcciones civiles. En épocas más recientes, la cestería también se transforma en edificaciones ligadas al excedente del campo, como ejemplifican los singulares cabacei- ros (hórreos de mimbre o varas) de la tierra de Melide. En el contexto de las artes figurativas medievales europeas sería necesario destacar representaciones escultóricas como la conocida Arca de Noé en el interior de la iglesia francesa de la Magdalena de Vézelay, que nos presenta un arca en forma de cesta trenzada vegetal a modo de canastilla o t­ebah (en hebreo)7; no parece muy arriesgado señalar la posibilidad de que los capiteles románicos de entrelazo de la catedral de Santiago ten- gan una inspiración en el tejido vegetal que conforma las cestas, o en la