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V olumen 55 (2018)
del Reyno a seguir su ejemplo, he tenido el disgusto de saber, que pueden seña-
larse con el dedo los valencianos, y que se necesita efervescencia de una pluma
más noble y terrible que la mía para desvanecer la infundada timidez de algunos
Valencianos en sujetar a sus hijos a una operación tan inocente.
Este disgusto patriótico estimula mi corazón a manifestar a Vmd los felices
progresos de la Vacuna en el Valle de Abayda, para contribuir de algún modo a
rasgar el velo de la preocupación, y disipar la timidez insinuada.
Apenas leí en los Periódicos y libritos que han dado a luz algunos Amigos
de los hombres, que la vacunación preservaba de la viruela natural, y que corría
con la mayor rapidez las Naciones más ilustres de Europa, con patrocinio directo
de sus Gobiernos, no perdoné a medio alguno de quantos pudieron contribuir al
logro del virus vacuno, para beneficiar a la Villa de Benigánim, y darla [valliso-
letanismo laísmo] un testimonio bien auténtico del zelo de mi oficio, y amor a
sus naturales.
Don Antonio Franseri, Médico bien conocido de la Corte, y en toda la pe-
nínsula, franqueó un cristal a mi Padre político el Dr. Francisco Maseras, con
el que empecé la vacunación en Benigánim, donde actualmente prosigue con el
mayor tesón, contándose hasta ahora más de 350 niños de varias edades, que han
pasado la viruela vacuna con la mayor felicidad, sin haberse notado en ninguno
de ellos ligera calentura y dolor de sobacos que suele verse en los niños ingleses
y franceses, ni algún accidente extraño de la Vacuna, con los que han intentado
algunos sofistas esta benéfica invención. Todos ellos han ido por las calles en un
invierno tan crudo, cuyo frío se ha señalado a un grado sobre cero en el termó-
metro. Bien pronto resonó el eco de la bondad de la Vacuna en todo el Valle de
Albayda, y con la misma prontitud la solicitaron varios de sus pueblos. La Villa
de la Ollería quiso pasara yo a vacunar, y en efecto fueron vacunados casi todos
los niños de las casas más distinguidas con la misma felicidad que los de Benigá-
nim. Igual éxito han tenido los que he vacunado en San Felipe [Xàtiva], Canals,
Onteniente y Albayda. Últimamente los niños vacunados en Benigánim han sido
han sido el órgano o medio de realizar las generosas intenciones del Excmo. Sr.
Duque de Osuna y Gandía, habiéndoles yo llevado a dicha Ciudad, a solicitación
del Gobernador, para que D. Andrés Ladarero, Comisionado de S. E. la propagara
en sus Estados, de suerte que asciende el número de los que he vacunado en estos
referidos Pueblos a más de 500 y su Vacuna ha sido más benigna que la inglesa
y francesa.
Algunos atolondrados, que no han visto la Vacuna, no paran de escupir ve-
neno en la senda que conduce al honor a varios Médicos, penetrados de un íntimo
amor a los hombres; y ya que no puede negar su existencia y benignidad, porque
es una demostración ocular, intimidan al pueblo, haciéndole dudar de que la Va-
cuna preserva de la viruela natural.