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A nales de la R eal A cademia de M edicina y C irugía de V alladolid
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decirlo a su tiempo. Se picará el grano en su elevado rodete, no llegando nunca a
tocar el centro, y pasados algunos minutos aparece en cada picadura una gotita de
un fluido claro, transparente, y limpio como el agua más pura, el que se empleará
inmediatamente para vacunar a otro, y si se quiere guardar, se colocará entre dos
cristales de la magnitud de una peseta, y bien tapados con cera alrededor, po-
drán conservarse por mucho tiempo, o transportarse a largas distancias, sin que
degenere nunca. La segunda circunstancia es que el grano sea verdadero, y no
falso, para distinguirlos se debe saber, que el verdadero le acompañan siempre la
depresión u hoyo en el centro, e rodete elevado, y en la circunferencia un círculo
llamado areola, de color de rosa. El falso o impropio se eleva en punta su centro,
como otro qualquier grano que no sea de esta especie.
P. Qué tal es la distinción del propio o legítimo al impropio o falso?.
R. Es tan indispensable, que el legítimo preserva las viruelas, y sirve para
vacunar, y el falso no preserva, ni aprovecha para vacunar.
P. Para usar del fluido contenido en los dichos cristales ¿Qué deberá prac-
ticarse?.
R. Se quita la cera sin calentarla, después se separan los cristales, y sobre la
parte que está el vacuno, formado como un varniz (sic), se echa una gotita muy
pequeña de agua destilada, y se disuelve el fluido con la punta del mismo instru-
mento con que se ha de hacer la inoculación, hasta que tenga la consistencia como
de aceyte. Luego mojando bien dicho instrumento el fluido disuelto, se procede
a la operación, obrando en lo demás según queda dicho, pero es preferible in-
troducir de brazo a brazo, siempre que se pueda conseguir, por ser este el medio
mejor y más seguro de vacunar. [Nota. El autor de este diálogo vacunará de brazo
a brazo los días 29 y 30 de este mes [Abril], y 1 de Mayo].
P. Hay bastantes pruebas para asegurarnos que el verdadero grano vacuno
preserva de las Viruelas?
R. En mi concepto son ya tantas, y tan convincentes, que casi tocas al punto
de evidencia o demostración. El Doctor Jenner, famoso inventor de este original
descubrimiento, inoculó las viruelas naturales a muchos vacunados del Condado
de Glocester [Gloucester], que habían tenido el grano vacuno diez, veinte, treinta
y cincuenta años atrás, según constaba en los registros (1 Nota a pié de página)
[En cada pueblo de Inglaterra se nota en un registro el nombre, día, y circuns-
tancia de los que nacen, mueren, la enfermedad, singularmente si es contagiosa,
como las viruelas. Se anota el día, mes y año, desde el primero que las contrae,
y de este modo consta el número de los que padecieron la enfermedad, los que
curaron, o murieron.]. y no uno tan solo que le prendiese la inoculación de las
Viruelas. Repitieron los DD. Pearson, Simmans, Wooddwille, y otros Profesores
de la gran Bretaña, semejantes experimentos. Todos salieron uniformes, cons-
tantes, y sólo sirvieron para confirmar los primeros. Entre millares de vacunados