Mi manual del bebé Octava edición | Page 137

Desarrollo / Meses 10-12
Teniendo como proyecto de vida la construcción cotidiana de la autoestima, autonomía, solidaridad, felicidad y salud para tejer resiliencia, se configura todo un plan de crianza humanizada que se propone a los padres para el acompañamiento afectuoso e inteligente a sus hijos durante su proceso vital, como un verdadero ejercicio de su labor puericultora.
La crianza humanizada está basada en la protección integral de los derechos
de la niñez, solucionando las necesidades específicas de cada etapa de la vida y promoviendo el desarrollo de las potencialidades del niño o la niña y brindándole oportunidades que faciliten el logro de competencias y habilidades para la vida.
Si se toman los párrafos anteriores como un proyecto de vida familiar, muy probablemente los niños tendrán el ambiente ideal para su desarrollo integral.
Desde la lactancia se ha empezado a educar al niño sobre la importancia de diferenciar los horarios para la comida, jugar, dormir o salir. Por lo tanto, en este punto será más fácil la adaptación al nuevo hábito de sentarse en la mesa junto a los demás miembros de la familia.
Una vez empieza a comer solo es el momento para instalarle un lugar. Pueden asignársele funciones adecuadas a su edad para acomodar la mesa, hacer agradable ese momento, explicar qué está comiendo y por qué es saludable.
Al comienzo no le imponga muchas reglas y permítale hacer regueros. Con la práctica aprenderá a controlar los cubiertos y el espacio. Puede enseñarle que sólo hay un lugar y ciertos horarios para comer. Esto construye buenos hábitos de alimentación.
Limpiar las manos y la boca del bebé antes de cada toma son prácticas que empiezan a generarle la necesidad de estar limpio cuando se va a alimentar. El lavado de las manos es un hábito que se ajusta con el día a día, e incluye asear brazos, manos, uñas y entre los dedos, con agua y jabón.
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