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El individuo en cuestión es Alejandro Castro Espín, de 50 años, y que pertenece hoy
día al Ministerio del Interior. Resulta preocupante que Barack Obama no entienda, como
debe ser, ese mensaje clarísimo que le viene gritando el dictador cubano desde que el
presidente de los Estados Unidos le extendió la mano.
Y así como el régimen cubano seguirá en su perpetuidad, lo mismo pasará con el de
Venezuela, con Nicolás Maduro; el de Bolivia, con Evo Morales; el de Ecuador, con Rafael
Correa; y el de Nicaragua, con el analfabeto Daniel Ortega. Es por eso que millones de
personas amantes de las libertades, estamos contando los días que le faltan a Obama para
que abandone el poder y llegue un mandatario a la Casa Blanca que sea capaz de dar
confianza y seguridad a todo el planeta.
En un intento de síntesis, hemos de decir que, mientras Barack Obama se mantiene
arrobado, extasiado en su “luna de miel” con los cubanos comunistas, el mundo estalla al
otro lado del Atlántico, en París y Bruselas; en Iraq y Siria, sin que él emita un solo
comentario de solidaridad o tan solo de preocupación por lo que está sucediendo con los
asesinatos llevados a cabo por el terrorismo del Daesh.
Justamente cuando Obama no muestra el “músculo” que los Estados Unidos deben
mostrar al planeta a cada instante, Corea del Norte desafía a la región del sur asiático sin
que le tiemble el pulso con sus detonaciones de misiles y bombas atómicas; la China se
rearma cada vez más, fortalece y moderniza su numerosísimo ejército; y los rusos retoman
el liderazgo a nivel mundial que una vez ostentaron cuando eran la Unión Soviética. Todo
ello mientras Obama juega al “tipo bello” como aquel Narciso de la mitología griega quien
pasaba observándose a sí mismo el rostro en el reflejo del agua. Porque el narcisismo es el
pecado que practica el presidente estadounidense. Sus discursos, sus poses, sus fotografías
y su actitud ante los periodistas y el pueblo, así lo enseñan día a día.
Finalmente llama poderosamente la atención la reacción aletargada,
extraordinariamente lenta e irresponsable del gobierno de Washington, que, por medio de
John Kerry, el Secretario de Estado, ha declarado al Daesh una organización genocida.
¡Pero si la humanidad entera ya lo sabía desde antes de que el Pentágono se metiera en Iraq
y Siria a fingir su guerra contra los yihadistas criminales! ¿Y ahora qué se supone que
debemos hacer con esa declaratoria hecha por Kerry, que llamemos genocidas a los
miembros del Estado Islámico, cuando ya presuponíamos que lo eran por “méritos”
propios?
Conclusión, Obama debe irse para nunca más aparecer en la política de los Estados
Unidos y del mundo entero. Tiene que ser un personaje enterrado en la memoria y la
realidad política de la Unión Americana, como lo ha sido Bill Clinton y Jimmy Carter,
ambos pertenecientes al mismo partido Demócrata, los mismos de la traición en Bahía
Cochinos a los exiliados cubanos, los mismos que asesinaron a Marilyn Monroe, los que
permitieron el advenimiento del yihadismo en Afganistán, Iraq y Siria; los que tumbaron a
Muammar Gadafy e hicieron de Libia un Estado fallido con el Daesh controlando Sirte,
frente a las costas de Europa; los que causaron el surgimiento de Osama bin-Laden; y los
que han cometido error tras error en una cadena irresponsable de actos y decisiones pueriles
y aberrantes, que han llevado al mundo al borde de la Tercera Guerra Mundial, si no es que
la estamos viviendo ahora mismo.