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La manera tajante y sin rodeos con la cual habla el candidato y se refiere a los
latinoamericanos, especialmente hacia los mexicanos y centroamericanos, causa
animadversión y sentimientos negativos. En el istmo muchas personas se sienten aludidas y
ofendidas, como ha sido la constante desde que comenzó la campaña por la nominación
hacia la Casa Blanca.
Desde el punto de vista político, en los centros del poder de las naciones
centroamericanas, el concepto no es muy diferente del que tienen los pobladores; es decir,
están a la expectativa de lo que pudiera hacer el magnate en el caso de que logre ser el
presidente estadounidense. ¿Se verían afectadas las relaciones multilaterales? ¿La región
sería sitio de influencia china o rusa, debido al descontento hacia Trump? ¿Habría
abandono del nuevo gobierno de la Casa Blanca, a las políticas contra el narcotráfico que se
han implementado en América Central a lo largo de las últimas décadas? Y… debido a ese
posible distanciamiento, ¿Caería el istmo en mayor pobreza al descender el comercio con
los Estados Unidos, al marcharse las fábricas norteamericanas de estos países y al no contar
con la cooperación técnica y económica que, desde siempre, ha venido desde esa gran
potencia? Es evidente entonces que los políticos de esta zona no se sienten seguros ante un
eventual triunfo del millonario en las elecciones generales en USA.
Para citar solamente un caso, finalizando el 2015, un juez de inmigración ordenó el
arresto y deportación de miles de centroamericanos que estaban de manera ilegal en esa
nación. Fue cuando el magnate escribió en la red social Twitter, “¡Wow, gracias a la
presión que puse, comenzarán las expulsiones a gran escala! ¡Ya era hora!” Manifestó sin
ningún rodeo. Ello, es para que nos formemos una idea de lo que sobrevendría si llegara a
Washington. Sin embargo, ese es el pensamiento y sentimiento de una enorme cantidad de
centroamericanos, en especial de quienes tienen familiares en los Estados Unidos o
pensaban emigrar en los próximos años. Porque hay otros que aplauden la manera de ser
del millonario y están de acuerdo con un eventual triunfo en las elecciones. Consideran que
los estadounidenses necesitan a un hombre fuerte en la Casa Blanca, que sea capaz de
devolver el poderío reconocido internacionalmente y que ha venido a menos durante las
últimas dos administraciones de Obama.
Fuere como fuere, Donald Trump es el tema de conversación y polémica en América
Central, desatando pasiones, esperanzas, sueños y temor… mucho temor. Porque,
ciertamente, el istmo depende en un 100 por ciento de los Estados Unidos, y no solo por la
masiva inmigración, sino por los convenios actuales e históricos que han fortalecido los
lazos multilaterales. Es por eso que Trump se asemeja a las decenas de volcanes que
tenemos aquí: violento, impredecible, atemorizante e imparable. A lo mejor… nos
equivocamos y sea un excelente mandatario. ¿Quién lo sabe? Porque todo puede suceder.