Mi libro mi vida en la prensa escrita | Page 54

Página 54 de 102 La pregunta obligada es, ¿Es que Obama patrocina, alimenta y apertrecha al Daesh, que se opone a su destrucción? Parece que así es y cada vez la situación está más clara aún. ¿Pero qué interés tiene el mandatario norteamericano por la existencia del terrorismo islamita, a tal extremo que ha permitido que decapite a periodistas occidentales y específicamente a estadounidenses? La respuesta parece fácil: Obama quiere el caos total en Siria, que esa “espina en la pata del león” que significa ser Bashar al-Assad, sea asesinado igual a Gaddafy en Libia, y con ello desaparezca la influencia rusa en Oriente Próximo. Con al-Assad, la llamada eufemísticamente “primavera árabe”, cuando las dictaduras de la región se fueron precipitando una tras otra como las piezas de dominó, se detuvieron en su caída a raíz de la fortaleza del gobernante sirio y del apoyo político-militar que Rusia le ha dado desde siempre. Eso volcó los planes de los Estados Unidos por dominar absolutamente al área. Y es que en ninguna mente más o menos pensante cabe la idea de que una coalición de más de 60 naciones equipadas con lo último de la tecnología bélica y liderada por la supuesta mayor potencia del planeta, no puede destruir ni un 10 por ciento de la infraestructura del Daesh. Eran evidentes las caravanas de terroristas en sus pick-up Toyota, cada vez más nuevos –algo que la empresa automovilística japonesa no ha explicado cómo se debe-, desplazándose por las carreteras asfaltadas de Siria e Irak con total confianza de que no serían molestadas por los aviones de la numerosísima coalición… una coalición de inútiles o existente solamente en teoría, en las noticias que los medios de prensa occidentales se han encargado de difundir sin pasión ni interés alguno. Los dos países árabes son ampliamente desérticos, grandes llanuras que han empujado a los terroristas a ocultar sus pertrechos en túneles que han construido bajo las rocas y la tierra; aún así, en territorios sin bosques que sirvieran de camuflaje, el Daesh o Estado Islámico iba creciendo en poderío, adueñándose de los pozos petroleros y decapitando y quemando a personas vivas con total impunidad y a vista y paciencia de la indiferencia criminal de Barack Obama y de los líderes de Francia e Inglaterra que también, retóricamente, han repetido que iban a comenzar a atacar al Daesh. ¿Pero no era que ya lo venían haciendo o era parte de sus mentiras diarias? Por otro lado, la multimillonaria Arabia Saudita y sus Emiratos no han ofrecido ni un Euro siquiera para ayudar a sus hermanos de fe y sangre, en su huída de los territorios en conflicto. Los saudíes no han abierto ni un resquicio de sus fronteras para recibir a los inmigrantes, quienes tienen que caminar hasta una racista y difícil Europa, con el fin de sobrevivir. Y Turquía, sabiendo que los kurdos son la única fuerza capaz de derrotar al Daesh sobre el terreno, los comenzó a bombardear y a los terroristas de ISIS los ha dejado en paz, incluso después de los atentados en Ankara en los que murieron decenas de turcos civiles e inocentes. Toda esta desgracia, todo este engaño de gobiernos de países traidores a la naturaleza misma del ser humano, decepciona, enfurece y nos impulsa a apresurar la salida de un fanfarrón y mentiroso del poder, en el caso de Obama, un individuo que luce totalmente relajado, desinteresado por ayudar a las personas en problemas en el caso de los sirios, afganos e iraquíes. Es oportuno aquí, en este punto, recordar la monumental mentira de Obama al pueblo norteamericano de que iba a retirar todos los soldados de Afganistán, palabras que le valieron incluso el Premio Nobel de la Paz –en todo caso ese premio se lo conceden a cualquiera que simplemente haga uso de la palabra “paz” y no se necesita gran cosa para obtenerlo, según hemos visto a lo largo de los años-; pero no lo hizo, no sacó a los militares de ese país.