Página 26 de 102
He sabido lo que es admirar al mejor Papa de todos en la historia de la Iglesia
Católica, Juan Pablo II; y a uno de los mejores presidentes de los Estados Unidos, en el
caso de Ronald Reagan. Dos hombres que, sin rodeos innecesarios, fueron los que liberaron
al istmo centroamericano del cáncer del comunismo. Y eso está ahí registrado, aunque a
muchos les moleste y les incomode que hoy lo subraye.
Mi oficina, instalada en mi casa de habitación, posee dos grandes estanterías donde,
además de mis amadísimos libros, se apilan ordenadamente por fechas de publicación,
cientos de periódicos de Los Angeles, California; Miami, Houston, Guatemala, Costa Rica,
Italia, América Central y Alemania. Todos ellos llevan impresos los nombres de sus
directores (as), quienes, sin que suene cursi, han sido más amigos que jefes. El caso del Dr.
Emilio Martínez Paula, es aparte. Y no pretendo elogiar lo que ya ha sido elogiado hasta el
cansancio en esta vida; tampoco él necesita mi aplauso; pero, en honor a la verdad, es un
caballero a quien considero más que un jefe… pues para mí ha sido un maestro y un padre.
Desgraciadamente las gentes humanistas como él ya no se erigen en las fraguas cada vez
más escasas en este mundo moderno. Las he pasado duras y maduras y, semejante a "un
amor maldito”, sigo amando a esta profesión que llevo incrustada como un fardo en mi
sangre, en mi corazón.
Paralelamente, mi otra vocación, el profesorado en castellano, que he ejercido en la
misma cantidad de años, parece estar llegando a su final. En contraste, el periodismo parece
revitalizarse más fuerte en mis entrañas. Al final, el ser humano se va quedando, con el
paso del tiempo, con lo que más ama, con lo que más le eleva sobre el común. Ya se han
cumplido 30 años de escribir y ha sido tanto el ajetreo, que hasta mis huellas digitales se
han borrado de mis dedos, según pude descubrir hace poco. La vida ha sido buena…los
amigos también. El mundo sigue lleno de nobleza.
////////
"BLA-BLA-BLA-BLA-BLA”
MIRROR-Mientras el canalla Estado Islámico (EI), secuestra, decapita e incinera vivos a
sus rehenes, los líderes de occidente, desde Obama hasta los últimos de Inglaterra, Japón,
España y Francia, se contentan con decir lo mismo de siempre en estos casos:
"Deploramos y condenamos el vil asesinato”; o aquel del gobierno inepto del Japón: "Todo
nuestro país está conmocionado.” Etcétera, etcétera, etcétera. Las mismas palabrejas de
siempre. Mientras el ISIS o EI se desternilla de la risa porque, además de los crímenes que
ejecuta y que luego imposta en Internet, no pueden ser derrotados por una coalición que lo
único que hace es bombardear desde el aire algunas de sus posiciones en Irak y Siria; pero
no los derrotan.
Es cuando nacen una serie de interrogantes aparentemente sencillas; pero profundas
a la vez: "¿Por qué el poderío bélico de la coalición occidental no se manifiesta en toda su
magnitud? ¿A qué esperan para derrotar a esas cucarachas que se hacen llamar yihadistas?