un vestido de Prabal Gurung y una peluca pelinegra, algo muy normal, y por ende, raro en Gaga. Creció así la incertidumbre en lo que sería su apertura. Y valió la pena esperarlo, porque como de costumbre Gaga estuvo a la altura en su performance. En una apertura teatral en la cual los abucheos eran parte de su propio repertorio y no del público, que la había recibido con gritos y emoción. Pasando por cuatro cambios de atuendos y con una coreografía que invitaba a moverse al ritmo de la música, vimos a una Gaga más apasionada, feliz de volver al escenario y dando todo y más de sí misma animada por los aplausos. Un contraste tan humano y emocional se vio expuesto a todos mientras su tributo a sus eras hasta llegar a quién es ahora se desarrolló. Recibió varios halagos durante la noche y las miradas jamás la abandonaron, y no todo fue gracias a su último atuendo, el cual que utilizó hasta el nal de los premios. Contra pronósticos, ella había vuelto a dejar su marca con éxito. Lady Gaga ha vuelto con la cabeza (y la cadera) en alto, dispuesta a demostrar que en el mundo del espectáculo, aunque se vive de la fama, aplausos y críticas, es nuestra fortaleza como artistas los que nos lleva a seguir creciendo hasta en los momentos más oscuros de nuestra vida. Y que ofrecer una mano amiga ante la crítica no hacía mal a nadie, mucho menos a los chicos de One Direction, que se mostraron muy agradecidos por las palabras amistosas de Gaga. La Mother Monster aún tiene mucho para mostrar, así que disfrutemos porque hay Lady Gaga para un buen rato. Y por supuesto, no nos olvidemos de los aplausos.
Lana Corvinus
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