Sabemos de casos en los que hay comunidades que tienen bajos capitales económicos y sin embargo su capital cultural en relación con el medio ambiente es alto dado en sus cosmogonías se reconocen la afectación que pueden hacerle al medio ambiente y sobre todo la interdependencia que tiene nuestra especie con todas las demás, de tal manera que generan formas de vida amigables.Pensemos por ejemplo en el denominado Lakipiak Maasai (“Pueblo de la vida silvestre”), el cual al norte del Monte Kenya, por ejemplo, posee y opera el único santuario de rinocerontes de propiedad comunitaria existente en ese país. Este pueblo indígena logró atenuar los conflictos entre los humanos y la fauna silvestre local provocados por la intrusión de animales silvestres que buscan agua, presas y pastos durante la sequía. (FAO,2017)
Bruce Emmerling
Ahora bien, puede darse el caso de que, con bajo capital económico el capital cultural sobre conservación ambiental no sea suficiente para actuar de modo sustentable, por ejemplo, los citadinos de clase baja que no pueden tener automóviles de modelos recientes,se transportan emitiendo grandes cantidades de humos contaminantes.
Lo lograron reduciendo en sus tierras la tala de arbustos para asegurar más forraje para los animales.Ésta es una estrategia de conservación que demuestra que se puede coexistir armoniosamente con la vida silvestre al tiempo que sostienen sus propias vidas y culturas pastoriles. Acotaremos aquí que se puede decir que el capital social de éste grupo es fuerte, dado que su habilidad de organización fue un factor importante para la conservación de los rinocerontes.
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