piras de madera y cartón, listas para ser quemadas.
Cuando suenan las once de la noche, desde la Orden Tercera, en plena Ciudad Vieja, la Comitiva del Fuego de San Juan recorre la gran balconada atlántica trasladando, en relevos, el fuego con el que se encenderá la gran Hoguera. Después comienza a desfilar la cabalgata que recorre el Paseo Marítimo, transportando a las Meigas, acompañadas de toda una algarabía musical, hasta la zona del Paseo donde está ubicada la gran Hoguera. Miles de coruñeses invaden el Paseo Marítimo, en su tramo comprendido entre las playas de Riazor y Orzán.
Falta poco ya para las doce, la hora mágica por antonomasia. Las pequeñas hogueras de la playa comienzan a encenderse una a una; pronto los dos grandes arenales formarán una especie de rosario ígneo que reflejará sus llamas en las tranquilas aguas de la ensenada coruñesa. Será entonces cuando la ciudad entera, volcada hacía su mar, entone una especie de sinfonía en fuego mayor.
No será difícil, en ese instante, ver a más de uno cumplir el rito purificador del baño de las nueve olas en las calmadas aguas de Riazor, otro de los tradicionales elementos en esta simpar celebración.
Las doce en punto. Miles de personas abarrotan la playa de Riazor. El fuego de las decenas de pequeñas hogueras se proyecta, iluminando la noche solsticial, confiriéndole un aspecto mágico, casi fantasmal. Una carcasa de fuegos artificiales disparados desde la Rotonda, visten de gala multicolor el cielo del recién estrenado verano coruñés.
El gran instante ha llegado. La Meiga Mayor y la Meiga Mayor Infantil prenden fuego a la Hoguera que, en pocos minutos, es pasto de las llamas purificadoras. El rito anual del culto al fuego se ha cumplido.
A partir de aquí, la fiesta se vive en la calle con la gran verbena de San Juan; en la playa donde los más jóvenes continúan hasta el amanecer, quizás con el fin de ver "bailar el sol" o simplemente para dar cumplida cuenta de otros ritos, relacionados con la fecundidad, propios de esta Noche; los múltiples pubs y cafeterías del Paseo Marítimo y alrededores se convierten en obligado punto de cita para aquellos que desean prolongar la fiesta o cualquier bosque o fraga de los alrededores de la ciudad, a la que se acude en busca del preciado arcano llamado "flor del agua" o, tal vez, con la pretensión de descubrir la fuente o cueva, en la que una hermosa "moura" guarda celosamente su gran tesoro y que tan solo puede ser vista en una noche como esta.
Entretanto, en las calmadas aguas de Riazor y el Orzán, sirenas, nereidas y tritones, entonan su mágica sinfonía de fuego y agua.
Ha estallado, un año más, la Noche de San Juan coruñesa, la fiesta popular por excelencia. El sueño de una noche de verano.